Juan Antonio Fernández
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Unas semanas atrás opiné sobre los necesarios cambios a nivel de profundidad en torno al sistema electoral y la ley que le rige. En dicha columna (20/06/2017) argumenté sobre el hecho que la esencia del modelo gira sobre la vinculación estrecha de los partidos con los grupos de interés económico, de capital legal o no. Elemento clave para el distanciamiento entre política y aspiraciones de la sociedad. Y por ello, las propuestas de reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos que omitan abordar la subordinación al financiamiento privado de los partidos significan un reforzamiento de un pacto que pareciera forjado en acero. En la actualidad, las propuestas de reforma electoral continuando con esa vieja línea van encaminadas a buscar opciones técnicas de corto plazo, dejando fuera el análisis y discusión. ¿Cuáles son los factores de esencia que inciden en la crisis del modelo de partidos y la desconfianza de la población?

Hace algunos días en su columna para un periódico global, Fernando Henrique Cardoso comentó sobre un encuentro realizado en Lisboa para analizar la crisis de la democracia representativa. Tuvo la participación de Alain Tourain, Pascal Perrineau, Michel Wiewiorka y el mismo autor, entre otros intelectuales. La discusión partió de una aserción en términos de Gramsci: lo viejo ya murió y lo nuevo todavía no se vislumbra; o si se vislumbra, no es reconocido, o bien no se quiere ver. Se contextualiza la reflexión en un mundo globalizado que ha creado una dislocación de las empresas, la substitución de la mano de obra por máquinas, aspecto que ha generado grandes contingentes de desempleados o subempleados y una deslegitimación de las formas institucionales anteriores, incluyendo a los partidos políticos, los cuales gozan de poca o nula credibilidad. –Este descontento lo percibieron muy bien Trump y Macron–. Con ello, según Cardoso, poco a poco se desvanecen los lazos entre la sociedad y el sistema político. Distanciamiento que se entiende como una crisis del sistema representativo.

Para finalizar el encuentro, Tourain apunta en que hay que insistir en la igualdad por medio de las políticas sociales y reformas que combatan los privilegios corporativos. El respeto a la dignidad de las personas son aspectos irrenunciables; pero también independientemente del origen, múltiples significados o usos, la lucha contra la corrupción en los tiempos actuales es un tópico que cuenta y no hay que dejarle de lado, pues sobre ello se forman grupos y bases sociales.

Todas estas reflexiones y cambios globales parecieran no importar a la política “criolla” nacional, la falta de compromiso nacional, la inmediatez, intereses personales, la búsqueda frenética de financistas y los compromisos que conlleva como la internalización de la ideología dominante y su actuación conforme a dictado. Son algunos rasgos que persisten a pesar de la crisis de 2015. Pareciera pues, que lo que hace dos años se denotaba como el final del túnel, hoy se vuelve una larga agonía que tendrá su principal asidero en la inamovilidad de un sistema divorciado de las aspiraciones sociales. i.e. Vivir bien.

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