Alfonso Mata

Cuando uno es autoridad calificada, como lo es la actual ministra, poseedora de buena teoría de la salud y es puesta ante una práctica de la misma poco ortodoxa y deshonesta, se ve cara a cara ante un dilema singular. Se debate entre el embeleso de las construcciones geniales de la ciencia de la salud y la decepción del comportamiento terriblemente inconducente y perverso, que remolcado generación tras generación de ministros, le toca recibir y tratar de solucionar.

Ante el asombro cunde la duda. “En el fondo de la cuestión, resulta evidente a todas luces, que en el MSPAS dentro de su estructura y funciones, proliferan anomalías y de esa manera, no puede estar capacitado para cumplir”. Este es una idea extrema, a la que se le opone otra: “En el MSPAS, no cuenta solo lo conducente, también todo lo que no lo es y eso es lo que no lo deja llegar a la extinción. Los yerros y extravíos, al ser manipulados en pro del interés de algunos, les da ventajas momentáneas, pero insignificantes y adversos para la institución”. Esta segunda forma de ver la institución es lo que mueve a la ministra a seguir (al menos así lo demuestran sus opiniones y actuar). Ella está en busca de darle al MSPAS, su verdadero sentido de constitución física y un comportamiento orientado exclusivamente hacia su objetivo. Cosa loable, pues el gran reto que tiene, es dotar de credibilidad a los sistemas de compras, contrataciones, relaciones laborales, etc., y a su funcionalidad y calidad, todo lo cual actualmente funciona mal y en lugar de aportar, resta.

Pero lo triste de esta situación, es que no solo el sistema de Salud falla. La gestión de la Ministra no puede no tomar en cuenta, que el sistema de justicia es ineficaz y que no le facilitará interrumpir muchas funciones anómalas, para entrarle a la renovación. Esta situación, la expone a otro dilema singular: colocar un letrero que diga “cerrado por falta de posibilidades de actuar” y dejar que la vieja ranchería siga de pie y continúe siendo una cueva de Alí Babá o liderar la “reinvención” ante y con el público. Entonces ¿dónde radica el problema?

El cambio de curso político institucional del MSPAS corresponde al Estado y la sociedad. ¿Están los jefes de la Ministra dispuestos a apoyarla? es la primera pregunta que debe contestar ella. Si es afirmativa, posee un arma legal y jurídica que debe usarla, pero antes deberá plantear con claridad la situación al pueblo. La gente trata de convencerse de que el MSPAS sigue siendo eficaz. Entonces debe reafirmar y proclamar que los errores que se cometen, pueden rectificarse. Explicar cómo en el MSPAS, su organización genuina, ha sido atacada por un sistema perverso y conflictivo, que lo conduce por un camino de «incompetencia». Mostrar las relaciones que le impiden actuar y seguro que tendrá de su lado un arma poderosa: un pueblo que luche por lo que le corresponde de derecho.

De igual manera, debe convocar a las organizaciones no gubernamentales prestadoras de salud, a las representantes de la sociedad civil, para explicarles la situación, pues es algo inverosímil que éstas no se hayan pronunciado públicamente ante lo que sucede actualmente y solo entonces, convocar constitucionalmente al pueblo ¿cómo? La Constitución se lo permite y si eso no funciona, renunciar; no se puede echar una carga encima, que corresponde al gobierno, el pueblo y la sociedad organizada.

Pienso que el sentimiento de falta de credibilidad que el pueblo tiene sobre el MSPAS, se deriva de la intuición colectiva de que es ahí donde radica el problema de su salud. Insisto, el pueblo necesita darse cuenta de cómo surge el problema del MSPAS, cuáles son sus peligros y, sobre todo, de qué medidas deben adoptarse para evitarlos. Necesita que se les muestre cómo está todo. Necesita entender qué le corresponde hacer a él y qué a las instituciones y en que deben confluir ambos esfuerzos. Debemos entender que el MSPAS, no es una entidad monolítica, sino un sistema dinámico político-social, que cuando se restringe y maneja mal, afecta a todos. Querer resolver persistentes problemas, con los mismos métodos y sin comprometer a todos, no lleva a alteración del problema, lo agudiza.

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