Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt

Vale la pena recordar este caso en particular porque ilustra perfectamente las consecuencias de la falta de regulación del Estado sobre el mercado –a lo que todavía hoy muchos se oponen–, y sobre todo, porque demuestra que la justicia sigue cooptada por grupos de poder que defienden a toda costa a los responsables de delitos que tienen consecuencias desproporcionales.

Hace unos meses, una de las personas que intenta recuperar su inversión me dijo que a pesar de su avanzada edad y el desgaste que supone seguir un caso complejo en la justicia, no piensa darse por vencido y espera recuperar su inversión, aunque ya no la podría disfrutar como lo había planeado en un inicio.

Le pregunté entonces qué sentido tenía acudir todas las semanas a los tribunales o a las juntas de afectados, pagar abogados por su asesoría en el proceso, y hacerse escuchar en su pedido de justicia, y me devolvió una respuesta cargada con mucha sensatez y valor.

“Es una cuestión de principios. No podemos dejar que ganen los malos. Si se salen con la suya en esta partida, tenga por seguro que algún día usted o cualquier otro guatemalteco pude salir perdiendo. Si en Guatemala triunfan los transeros, es porque los honrados los dejamos”, me respondió.

No es fácil reconocerlo, pero una actitud notable en la sociedad es que solo nos manifestamos o protestamos por los problemas que nos afectan, y que rara vez hay muestras de empatía o solidaridad con las causas de los demás, pero por la manera que me respondieron, me parece que el Caso Bancafé debería ser una preocupación de todos.

No esperemos a ser víctimas de la impunidad para exigir la conformación de un sistema de justicia independiente, honrado y justo, ser capaz de llevar a la cárcel a cualquier persona que viole la Ley, sin importar su apellido o cantidad de dinero que tenga en sus cuentas bancarias.

Justo en este momento creo que el caso Bancafé debe ser un referente sobre lo que no queremos para el Organismo Judicial, es decir, casos en los que pesen más las influencias que la Ley, y que la esperanza de alcanzar la justicia se frena con una docena de amparos.

EL futuro de la justicia en Guatemala no solo está en manos de la Corte de Constitucionalidad, sino en las de todos los que creemos que merecemos un país en el que haya certeza de castigo para los que violan las leyes, y en el que se puede encontrar en el sistema de justicia una respuesta ante el reclamo de la impunidad.

Los ciudadanos tenemos la posibilidad de alzar nuestra voz y reclamar un cambio en el Organismo Judicial, pues aunque no tenemos la capacidad de elegir directamente a nuestras autoridades, sí podemos exigir que el proceso se realice conforme a la Ley.

No soy uno de los estafados y tampoco resulté afectado por la estafa, pero me solidarizo con las personas que perdieron los ahorros de toda su vida y que hoy no tienen un respaldo financiero en su vida, y también con los que no soportaron la idea de perderlo todo y se quitaron la vida.

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