Si la continuidad es un factor de eficiencia en la gestión pública, en el caso del tránsito en la ciudad de Guatemala ello no se nota porque luego de 31 años de administración del equipo panista fundado y dirigido por el alcalde Álvaro Arzú, el problema vial se empeora cada día sin visos de ninguna solución ni por la vía del mejoramiento vial ni la de la implementación de eficientes sistemas de transporte colectivo.

El problema se sufre a cualquier hora del día y no digamos en las cada vez más prolongadas “horas pico” que al paso que vamos se volverán eternas. Nunca hubo tino ni siquiera para implementar el escalamiento de horarios para desconcentrar el principio y fin de la actividad cotidiana, lo que acumula enorme cantidad de vehículos que conducen a quienes arrancan o finalizan sus jornadas de trabajo o estudio. Y como no se hizo más que negocio en el tema del transporte, desde el Transmetro hasta el Transurbano, pues lógicamente los pobladores del área metropolitana tienen que comprar sus vehículos, lo que se traduce en un gigantesco número de autos y motos circulando.

Si se cuantifica el tiempo que los automovilistas y pasajeros pasan atorados en el tráfico en un mes veremos que hay un enorme desperdicio de recursos que, además, se traduce en problemas sociales de gran envergadura como lo es la desintegración familiar porque los padres de familia pierden en el tráfico horas valiosas que podrían dedicar a la formación de sus hijos.

Actualmente cualquier solución que se implemente va tarde, pero si al menos se empezara ya algún proyecto efectivo, podríamos pretender que el problema no siga en esa exponencial forma de complicarse. Pero no hay planificación adecuada para descongestionar las vías y la presencia de los agentes de la Policía Municipal de Tránsito muchas veces complica las cosas en vez de facilitarlas.

No ayuda, desde luego, la falta de educación vial en el país. Gente abusiva que parquea donde le da la gana y conductores que no respetan los carriles y tratan de adelantar a como dé lugar. Hay iglesias en la zona 14 donde los fieles obstruyen la vía sin que ni los curas ni las autoridades hagan algo para evitar el caos que se forma como resultado de ese comportamiento patán.

Pero la autoridad obligada a encarar y resolver el problema del tránsito ha sido desbordada por su falta de capacidad técnica para actuar con lógica y conocimiento de la materia. Cada día, y no es eufemismo, la cosa empeora y no hay solución a la vista.

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