Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

Reza el refrán que “cuando el río suena es que piedras lleva” y como los guatemaltecos ya estamos curados en salud, sería muy bueno que las autoridades pusieran sobre el tapete las razones que les motivan a construir un Distrito de Convenciones en el terreno que hoy ocupa el Parque de la Industria para luego concesionarlo. Nadie me podrá negar que solo con mencionar esta última palabra ya nos da escalofríos.

Bien sabemos todos que el Parque de la Industria es un terreno del Estado que ha permanecido bajo el control y administración de Coperex (Comité Permanente de Exposiciones) habiendo prestado eficientes servicios a sinnúmero de eventos ahí realizados, los que van desde ser uno de los sitios que más mesas alojan para la realización de los eventos electorales, como también útil para ferias, convenciones, exhibiciones y sinnúmero de actividades más que se han llevado a cabo a través de tantos años.

También sabemos que tanto este Comité como los industriales, comerciantes, agricultores y el mismo Ejecutivo que lo integran no son los dueños del terreno, sin embargo, es justo reconocer que tienen el sobrado derecho de ser tomados en cuenta por haber sabido manejarlo transparentemente durante largo tiempo, como lo útil que ha sido para la población en general, entonces ¿si es tanto el deseo de crear el tan mentado “Distrito de Convenciones” por qué no se tomó en cuenta a dicha entidad?, ¿cuál es el afán de invertir en un distrito de convenciones con todo y hotel, estacionamiento y otros servicios, cuando hasta el momento no existe una necesidad perentoria, conforme a los estudios realizados por el mismo Inguat, entidad que de sobra conoce las necesidades del país al respecto?

Lo más curioso es que el Ministerio de Economía creó una Coordinadora del Distrito de Convenciones, pero entre tantos estudios que dice haber realizado, a estas alturas no ha podido o no ha querido definir cuál figura va a utilizar, ya fuera la mentada concesión, usufructo oneroso o si lo van a manejar directamente, a pesar de la mala experiencia que tenemos los guatemaltecos de que cuando el Estado se mete a prestar servicios públicos, sobradamente terminan siendo deficientes. De esa cuenta los escalofríos que causan los negocios en que mete sus manos el Estado han pasado a ser dolores de estómago, por lo que es obligadamente necesario insistir en que este proyecto se divulgue ampliamente para que no siga creciendo la duda que ya existe, como que más temprano que tarde pueda tornarse en un gran problema para el país, como si los que ya tenemos no fueran más que suficientes.

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