Sandra Xinico Batz

“Tierras para comunidades indígenas. Mediante programas especiales y legislación adecuada, el Estado proveerá de tierras estatales a las comunidades indígenas que las necesiten para su desarrollo” (Artículo 68, Sección Tercera, Constitución Política de la República de Guatemala). Han pasado treinta y dos años de esta Constitución.

La Secretaría de Asuntos Agrarios de la Presidencia de la República-SAA- en la Política Agraria (Acuerdo Gubernativo 372-2014) reconoce que: “Con base en la información del Fondo de Tierras, del año 1998 al 2013 han ingresado 1740 solicitudes (1,110 colectivas y 640 individuales) de acceso a la tierra, de las cuales se han adjudicado 265 fincas que corresponde al 15% de la demanda”. Cuatro años han pasado de estas estimaciones, indudablemente las cantidades han aumentado.

Poseer tierra significa muchas cosas: un lugar propio donde vivir, un medio para producir, un lugar donde ser enterrado, un patrimonio heredable para nuestros descendientes, un bien arrendable. El espacio de tierra que ocupamos es la prueba de nuestro paso por la existencia.

La titulación, desde la Colonia, es un proceso injusto (y no gratuito) que los pueblos han tenido que asumir para tener “seguridad” sobre la tierra y no permitir su despojo. Se debía garantizar frente a los reyes de España, a través de la Real Audiencia, la posesión de esta. Los pueblos originarios estaban acostumbrados a contar su historia y registrar de donde provenían y es en esta sintonía que comunidades y/o familias (de élite) redactaron los documentos de probanza.

“…Oxib Quej y Belejeb Ts’í, la duodécima generación del señorío. Eran ellos quienes señoreaban cuando Tonatíu llegó aquí. Fueron ahorcados por la gente española. Tecum, Tepepul y el Gran Quik’ab pagaban tributo a la gente española porque allí en Chuwimik’iná estaba antiguamente (el gran Quik’ab) y fue bautizado. Fueron ellos quienes engendraron a la decimotercera generación de señores. Don Juan Rojas y Don Juan Cortés, la decimocuarta generación de señores, fueron engendrados por Tecum Q’uikab, el nieto de Quik’ab…” Fragmento Folio 10r, Título de Yax.

El conflicto de tierras ha sido provocado. Los empobrecidos deambulan de un lado a otro. Miles de familias que creen ser clase media gastan (porque no invierten) miles de quetzales al año en el alquiler de “su” vivienda. El Conflicto Armado Interno desplazó y dejó sin tierra a miles. Estos miles continúan en la misma situación. Actualmente cientos son despojados por el narcotráfico y (o) por los megaproyectos que también arrasan con todo.

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