Por NATACHA PISARENKO
BUENOS AIRES
agencia/AP
Ivana Rosales dice que su esposo intentó matarla dos veces la misma noche.
Era 2002 y Rosales le había dicho que lo dejaría. Cuando su marido se fue contra ella, Rosales no supo qué hacer. Sin embargo, ahora ella usa esa terrible experiencia para ayudar a otras mujeres que son atacadas por los hombres a quienes alguna vez amaron o con quienes trabajaron. Les recuerda sus derechos, les da apoyo emocional e incluso las acompaña a la corte.
Rosales es una de las muchas caras de “Ni una Menos”, un movimiento en Argentina que ha llevado a decenas de miles de personas a protestar y luchar para erradicar la violencia sistémica contra las mujeres. “Ni una Menos significa la unidad de las mujeres para combatir esta costumbre de matar”, dijo.
A través del movimiento, las víctimas de la violencia como Rosales trabajan para apoyar a otras mujeres antes de que sea demasiado tarde, convencidas del valor de cada mujer, de que el amor no debería doler.
Belén Torres, otra víctima, fue golpeada por su empleador a principios de este año. Hizo un video desde el hospital para decirles a las mujeres que experimentan ese tipo de violencia que denuncien ante las autoridades. La joven de 20 años dijo que está agradecida de haber sobrevivido al ataque y que al compartir su historia busca ayudar a otras personas.
Paola Mascambruni se las arregló para salir con vida cuando estaba siendo golpeada por su exnovio. La imagen de sus hijos en su mente le dio fortaleza.
Aunque Marcela Morera dice que “nadie me va a devolver a mi hija, ni a su bebé”, está comprometida en ayudar a otras víctimas de violencia de género como su hija Julieta Mena, quien fue asesinada el 11 de octubre de 2015 cuando tenía 22 años. Su novio la golpeó hasta matarla. Julieta tenía dos meses de embarazo.
A algunas víctimas, como Maira Maidana, sus parejas les prendieron fuego, una forma particular de atacarlas y que en Argentina se registró por primera vez en febrero de 2010. Maidana sobrevivió. Ahora grita “¡Ni una menos!” y trabajar para que ninguna otra mujer termine con las cicatrices como ella o, peor aún, muerta.
A Corina Fernández le disparó su esposo después de que lo denunció ante la policía por haberla amenazado de muerte más de 80 veces. El 2 de agosto de 2010, cuando dejaba a sus hijas en la escuela, el hombre se apareció y le disparó en tres ocasiones en el pecho. “No me alegra, tampoco me duele, me alivia”, dijo sobre la muerte de su esposo en prisión en 2014.
Mercedes Zambrano perdió en 2008 a su hermana Adriana Marisel, a quien mató a golpes su exesposo. Un vecino encontró a Josefina, la hija de 9 meses de Marisel, tomando pecho del cuerpo sin vida de su madre. Los familiares de Zambrano aún luchan para obtener la custodia de la niña, que ahora tiene nueve años, y viven con miedo del padre de la pequeña, que pasó unos años en prisión y ahora está libre.
“Todos los días, cada vez que pasan en las noticias que una mujer muere, vuelve a morir mi hermana”, dijo Zambrano.