Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Gracias a una información publicada en Estados Unidos, en México se ha desatado un verdadero escándalo por la forma en que el Gobierno utiliza sofisticados procedimientos para espiar a los periodistas que le critican y a activistas sociales. Se trata de equipo de alta tecnología, de la misma clase que Estados Unidos está usando para conseguir información sobre gente con posibles vínculos con grupos terroristas, y que va mucho más allá de las, como diría el presidente Morales, “normales” escuchas telefónicas que han sido parte de nuestra historia. Célebre fue cuando autoridades militares invitaron al Arzobispo de la época a inaugurar un equipo moderno de telefonía que no era más que el conjunto de aparatos para realizar esas escuchas y el prelado acudió sin idea de lo que estaba “bendiciendo”.
Actualmente se sabe que las comunicaciones electrónicas de todo tipo son parte de lo que es objeto de espionaje y así como las comunicaciones han avanzado en tecnología, las intercepciones se han vuelto mucho más fáciles y ofrecen información que antes hubiera sido muy difícil de obtener. Se puede cuadricular, literalmente hablando, la ubicación de las personas lo cual facilita su seguimiento y compromete doblemente la seguridad de los objetivos de los grupos que se dedican a recolectar la información.
Pues bien, en Guatemala empezó una investigación recién instalado el Gobierno del presidente Jimmy Morales porque trascendió que la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia estaba “monitoreando” a periodistas y posibles críticos del Gobierno. Esa función fue históricamente encomendada al Estado Mayor Presidencial, lo que provocó que se exigiera su desaparición como parte de los acuerdos de paz, pero evidentemente fue trasladada a la SAAS que siguió con la misma tónica porque no creo que haya sido Melgar Padilla el primero en usar a la dependencia para fines ilícitos.
El hecho es que, como pasa con todas las investigaciones que no tienen nada que ver con la gente del partido Patriota, la del espionaje en la SAAS también se ha ido entreteniendo más de la cuenta en alguna de las dependencias a cargo de las pesquisas. Sepa Dios por qué ocurre eso tan marcadamente, pero el caso es que el espionaje de la SAAS no ha avanzado y podemos tener la certeza (piensa mal y acertarás) de que la práctica ilícita continúa y que las escuchas ilegales y las intervenciones de otro tipo de comunicaciones electrónicas siguen como la cosa más normal del mundo. Como parte de nuestra cultura, o tema educacional diría aquel que les conté.
Hemos visto como, legalmente, se han intervenido comunicaciones de mucha gente y ello ha permitido dar solidez científica a acusaciones que de otra manera dependerían únicamente de la versión de testigos, siempre tan cuestionable y dudosa. Pero así como legalmente se puede espiar a alguien, después de que un juez competente haya girado la orden respectiva, también se puede hacer de manera ilegal y cualquier persona con mediana exposición pública tiene que saber que siempre hay algún oreja escuchando.