Roberto Arias

No cabe duda de que la mesa ya está puesta. Es evidente que por medio de las llamadas “Redes sociales” se reciben toda clase de mensajes burlándose del presidente venezolano Nicolás Maduro, obviamente con la intención de degradarlo ante la opinión pública internacional. Hemos podido ver que Maduro es agredido por Trump e independientemente de cuál sea la postura o ideología –que sabemos comunista. La misma comunidad internacional no permite que el pueblo venezolano se estabilice y resuelva su problema por su propia cuenta.

La innegable influencia imperial está activa implacablemente sobre Venezuela debido, no a ideologías contradictorias, sino a que los yacimientos petrolíferos de Venezuela contienen las más grandes reservas del mundo y, los grandes imperios transnacionales, tanto estadounidenses como europeos han explotado la riqueza venezolana, hasta que llegaron estos comunistas -Chávez y Maduro- a pararles la carreta.

Dado el libre pensamiento y la libre expresión cualquier persona puede ser comunista o anticomunista –reduciendo las ideologías al mínimo- y cada pueblo tiene el soberano derecho de manejarse internamente como mejor le plazca. Esto es lo que provoca la involución o el desarrollo, así como ocurrió con los gringos con su guerra de secesión.

Pero los intereses estadounidenses con la CIA desde hace muchos años han hecho pedazos a Latinoamérica. Esa imparable voracidad ha matado a presidentes como Jacobo Árbenz Guzmán (Guatemala 1954), Salvador Allende (Chile 1973), Jaime Roldós (Ecuador 1980), Omar Torrijos (Panamá 1981), etc. Estos personajes se enfrentaron abiertamente a los intereses gringos y finalmente fueron asesinados de una u otra manera, conjurando totalmente el desarrollo político y pisoteando las soberanías individuales de cada pueblo.

Estas abusivas acciones gringas son las que han transgredido los sueños y las ilusiones latinoamericanas al grado de detener en seco sus intentos de desarrollo, jugando la pelota con los monopolios y oligopolios criollos de los países en explotación, ahogando en la ciudadanía toda esperanza de salir de la pobreza, el hambre e incluso, la muerte por enfermedad y por inanición.

La invasión a Venezuela parece imparable, especialmente porque la mayor petrolera del globo, la Exxon Mobil, que heredó de la Standard Oil de New Jersey, fue derrotada por el gobierno de Venezuela tras varios juicios. Analistas internacionales aseveran que: “La Exxon Mobil aspiraba a recibir 12.5 mil millones de dólares por la nacionalización de sus intereses en el país suramericano. Solo recibirá 900 millones. La petrolera más grande del mundo tenía en 2016 un precio de mercado de 400 mil millones de dólares.”

El poder político y económico de Exxon es excesivamente fuerte y se sabe que contribuyó a la campaña de Trump, así como lo hizo George W. Bush. Así que la intervención militar estadounidense a Venezuela ya es casi segura, como ocurrió con Irak.

Creo en la libertad y en la soberanía de los pueblos independientemente de sus ideologías.

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