Isabel Pinillos – Puente Norte
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Como observadora del fenómeno migratorio en los últimos años, cada vez más veo un estrecho paraleo entre éste y la relación unilateral con el Norte. Leyó bien, “unilateral”, porque ésta ha sido de Norte a Sur; en esa dirección. La visita del presidente Enrique Peña Nieto y su Gabinete a Guatemala, me hace recordar la canción, que decía “Nada de esto fue un error”, pues viene a sumarse a una serie de visitas para hacer cumplir una política que se definió desde hace ya un tiempo.

Por un momento olvidemos las agendas oficiales que hablan de “consolidar y fortalecer” los “excelentes lazos de amistad y cooperación”. Porque detrás de esta agenda cosmética existe otra muy definida desde EE. UU. El contexto de la misma no surgió durante la administración de Trump, sino fue producto de un plan cuidadosamente ejecutado desde 2014 por ambos partidos en el Legislativo de Estados Unidos, que orquestalmente vio la luz con el drama de la “crisis de niños migrantes”. De allí que ese país destinó 86 millones de dólares para la creación del Plan Frontera Sur, cuyo ejecutor en México sería el mismo presidente Peña Nieto, para crear una frontera vertical hacia el Sur y detener de una vez el odioso “problema” de la migración irregular. El resultado para los centroamericanos ha sido nefasto, reportándose las peores violaciones en contra de los migrantes en territorio mexicano. En aras de la “protección fronteriza” las vidas de miles de personas han perdido la vida y la dignidad en una tierra de nadie, sin Estado que los reclame, en muchos casos en manos de las mismas autoridades encargadas de la protección migratoria. En esta visita a Guatemala acompañó al mandatario el canciller Luis Videgaray, quien fue el responsable de coordinar la visita del entonces candidato Trump a su país con pompas oficiales, que tanta controversia causó.

Mientras que fue un gobierno demócrata el que implementó este plan, los republicanos siempre estuvieron de acuerdo. La diferencia con la nueva administración de Trump, es que éste, junto con su equipo, vino a exacerbar el clima de persecución con nuevas reglas que criminalizan abiertamente la migración irregular en su país.

Pero la visión que inspiró el Plan Frontera Sur se propaga también hacia Guatemala. Desde esta perspectiva, la extensión del estado de sitio en Ixchiguán y Tajumulco, en el departamento de San Marcos, así como el desmantelamiento de cosechas de amapola y marihuana, no son meras casualidades o chispazos de iluminación del actual gobierno para luchar en contra del narcotráfico. Estas acciones, parecieran corresponder a este plan subyacente cuyo fin es asegurar y fortalecer la frontera con México.

Claro que la diplomacia pide un gesto de “buena voluntad” entre los países hermanos, y se deleita con el anuncio de una nueva planta lechera con capital mexicano y el bello intercambio de rosas en el palacio. Mientras que al pueblo hay que darle esos instantes de pasarella que tanto entretienen, una cantidad desconocida de guatemaltecos que día a día mueren y padecen en tierras del hermano país, no tendrán ni flor ni tumba.

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