Edgar Villanueva

La semana pasada, varios medios de comunicación reportaron que Estados Unidos habría reducido la cooperación con Guatemala. Algunos incluso llegaron a vincular dicha reducción con acciones negativas de las administraciones centroamericanas y afirmaban que la reducción era un claro reflejo de la prioridad que la Administración Trump da a Centroamérica. Para emitir tal afirmación hay que analizar la reducción dentro de un contexto más amplio.

La reducción se da en comparación con los anteriores dos presupuestos asignados por el Congreso de Estados Unidos para la Estrategia de Relacionamiento con Centroamérica, el programa del Departamento de Estado creado para apoyar el Plan de la Alianza para la Prosperidad en el Triángulo Norte. Para el 2016, los Comités de Apropiaciones del Senado y la Cámara de Representantes, asignaron US$750 millones para el presupuesto, en gran parte en respuesta a la crisis humanitaria de menores no acompañados. Sin embargo, para 2017 se aprobaron US$655 millones y para 2018, la propuesta ronda en los US$460 millones.

Las matemáticas y la lógica nos permiten sacar una apresurada conclusión: a Estados Unidos no le importa la región, pues si le importara, la cooperación aumentaría. En principio, dicha afirmación es correcta, pero no considera todos los elementos que debería para darnos una visión más exacta de donde esta Centroamérica en la lista de prioridades de Estados Unidos.

La prensa no reportó que la propuesta de US$460 millones puede ser modificada por la Cámara Baja y el Senado entre mayo y octubre de 2017 pues ambas Cámaras tienen pendiente la discusión sobre los niveles de cooperación y tienen la facultad de ajustar los montos que crean necesarios. En mi experiencia, esto abre una venta de oportunidad para procurar elevar los niveles de financiamiento y ha sido usualmente en el Senado y en pequeños reductos de apoyo en la Cámara de Representantes donde esto se ha logrado en el pasado reciente.

Otro elemento no identificado por el radar periodístico y que es fundamental para el análisis de la supuesta reducción, es que la Administración Trump ha solicitado US$1.1 billón para combatir redes transnacionales de crimen organizado en el hemisferio occidental. Dicha solicitud también establece que parte de esta asignación se invertiría en apoyar en temas de fortalecimiento institucional, abusos a derechos humanos, corrupción y pobreza que motivan a los migrantes latinoamericanos migrar de manera ilegal.

Estos elementos nos dan más información para determinar que la reducción se puede transformar en un aumento en virtud que todavía está pendiente la discusión sobre asignaciones específicas todavía está pendiente y porque Guatemala podría recibir apoyo a través de algunos de los fondos para el combate a redes criminales. Lo que sigue estando claro, es que la Estrategia de Relacionamiento con Centroamérica de Estados Unidos sigue siendo importante, pero que la inversión en temas relacionados con seguridad podría tener un ligero aumento en relación al enfoque de la Estrategia estadounidense en el pasado, la cual estaba más inclinada al eje de desarrollo.

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