INDIANÁPOLIS
AP
Takuma Sato ganó ayer las 500 Millas de Indianápolis, para dar a la escudería de Michael Andretti su segundo triunfo consecutivo en la reputada carrera, que esta vez resultó sumamente accidentada.
Los pilotos de Andretti han conquistado la Indy 500 tres veces en los últimos cuatro años. En 2016, fue el novato Alexander Rossi, quien se llevó la victoria.
Esta vez le tocó el turno a Sato, quien se incorporó al equipo apenas en esta campaña y quien no figuraba entre los protagonistas en el Indianapolis Motor Speedway, dado que el número de participantes de Andretti para esta competición se amplió a seis, con la incorporación de Fernando Alonso.
El español Alonso se ausentó del Gran Premio de Mónaco en la Fórmula 1 a fin de probar suerte en las 500 de Indianápolis.
Los problemas principales que enfrentó Andretti Autosport se relacionaron con la fiabilidad de sus motores Honda. Alonso brindó un espectáculo emocionante y tuvo la delantera durante 27 vueltas _la tercera mayor cantidad en la carrera.
Pero el bicampeón de la F1 terminó retirándose por un problema de motor, a 20 vueltas del final.
Las escuderías que usan motores Honda han tenido una clara ventaja sobre los Chevrolet. Sin embargo, el motor del fabricante japonés ha tendido a presentar fallas.
Antes del problema que dejó fuera a Alonso, Ryan Hunter-Reay, quien conquistó esta carrera en 2014, debió abandonar también por un problema mecánico. Había marchado en la punta durante 28 vueltas y peleaba por los primeros puestos cuando sobrevino la avería.
En las últimas vueltas, Sato tuvo que resistir un embate del brasileño Helio Castroneves, quien trataba de ganar por cuarta vez, para empatar un récord.
Castroneves, de la escudería Penske y con motor Chevrolet, tomó la delantera de forma fugaz, pero no pudo responder al reto que le impuso Sato.
“Fue una carrera muy difícil. Helio corrió realmente bien”, comentó Sato. “La carrera fue fantástica”.