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Fráncfort
Agencia/dpa

A pesar de la mejoría experimentada por la economía de la eurozona, el Banco Central Europeo (BCE) se muestra reacio a acabar demasiado pronto con la política expansiva impulsada en los últimos años, según confirmó hoy el vicepresidente de la entidad, Vítor Constâncio.

«Tenemos que tener cuidado de no dar marcha atrás en nuestros estímulos de forma precipitada», alertó el banquero hoy en Fráncfort, en un intento de aplacar las peticiones que, con base en la subida de la inflación y los síntomas de mejoría experimentados por la economía de la zona euro, abogan por poner fin a la política acomodaticia desplegada por el BCE.

Constâncio, que confirmó que la coyuntura de la eurozona continúa desarrollándose de forma positiva señaló, no obstante, que desde la entidad todavía no ven señales que indiquen que la subida de la inflación es sostenible y duradera.

«Todo esto justifica una cierta precaución. El Consejo del BCE es muy consciente de que la situación económica mejora y esto, por supuesto, que lo tendremos en consideración de cara a nuestras próximas decisiones», agregó el portugués.

En abril, los precios al consumidor registraron una subida pronunciada, de un 1,9 por ciento respecto al mismo mes de 2016, según una estimación preliminar dada a conocer por el instituto de estadística de la Unión Europea, Eurostat.

En la actualidad, en el marco de su política monetaria ultra expansiva, la entidad monetaria mantiene los tipos de interés en su mínimo histórico del cero por ciento y compra de deuda pública y corporativa -iniciado en 2015- por valor de 60.000 millones de euros mensuales (65.300 millones de dólares).

El Banco Central Europeo aspira a que en el medio plazo la tasa de inflación se sitúe en niveles cercanos pero inferiores al dos por ciento, con el objetivo de cumplir con su mandato y conjurar también los riesgos que llevarían aparejados precios bajos durante un periodo largo de tiempo.

Así, en el caso de que la inflación se mantuviese baja a largo plazo, tanto consumidores como empresas retrasarían sus compras e inversiones con la esperanza de que los precios bajasen todavía más en el futuro y eso restaría dinamismo a la economía.

La próxima reunión del Banco Central Europeo, en la que los banqueros tendrán que decidir sobre un posible cambio de la tasa de interés rectora, tendrá lugar el próximo 8 de junio en Tallín (Estonia), siguiendo la tradición de celebrar dos reuniones al año fuera de su sede central de Fráncfort.

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