POR DOUGLAS GÁMEZ
dgamez@lahora.com.gt

Construir una casa, garantizar los estudios de sus hijos o tener la alimentación de la familia asegurada, los objetivos de los migrantes son varios, algunos piensan en retornar al país, otros lo ven como una opción lejana. Para Ana Judith Ramírez quien migró en la década de los noventas, su viaje a los Estados Unidos se convirtió en un trampolín para emprender y ayudar al prójimo a su regreso a Guatemala.

Judith no esconde sus pensamientos y opiniones. En una conversación en la red social de WhatsApp con La Hora Voz del Migrante expresa que no le agradaba el estilo de vida de los Estados Unidos, país al cual emigró junto a su esposo en 1997.

“No me gustó el estilo de vida allá -Estados Unidos-, desde que llegué puse mi meta de estar ese tiempo, ahorrar un poco y volver a mi tierra”, comenta.

Judith se instaló con su pareja en Los Ángeles, California, vivió en el Valle de San Fernando durante cinco años y en el país norteamericano nacieron sus tres hijas.

_Buenas19_1aLabores de limpieza en un hospital, lavandería o como mesera son los trabajos que recuerda Judith haber realizado en su estadía en Estados Unidos.

“No fue fácil pues mi esposo le gustaba gastar mucho, pero lo logré educar al tener que guardar dinero para volver”, resalta en la conversación.

Otra de las cosas que menciona son los horarios extenuantes, únicamente veía a su esposo para entregarse a sus hijas, debido a que uno trabajaba en el día y el otro por las noches.

EMPRENDER ES POSIBLE

En su relato Judith es directa y sin rodeos menciona que regresó a Guatemala con la “idea firme” de quedarse en el país, específicamente en Chiquimula, su lugar de origen. Esta convicción, asegura, le permitió junto a su familia generar la idea de abrir una panadería y repostería la cual bautizarían con su nombre.

El negoció arrancó y a los nueve meses de iniciar un nuevo camino, su esposo falleció en un accidente de tránsito. “Fue tiempo de emprender sola”, destaca.

Recuerda que, en sus primeros pasos como emprendedora, la Panadería Judith únicamente contaba con un trabajador. Con sus ahorros, la generación de ingresos y además la inclusión de uno de los programas del Centro de promoción de la micro, pequeña y mediana empresa (Promipyme), logró expandirse y cumplir el sueño americano pero en Guatemala.

Ahora cuenta con 20 empleados, dos sucursales y con miras a extender sus productos a Zacapa. Sin mayores detalles también menciona que próximamente introducirá un nuevo producto, el cual únicamente revela que tiene listos los permisos sanitarios y códigos de barras para ponerlos a la venta.

_Buenas19_1cINVITA A CONSIDERAR REGRESO

Cuando Judith es consultada sobre ¿qué le diría a los migrantes que no piensan volver al país? responde que comprende la situación “difícil” que atraviesa el país, aunado a la violencia; pero invita a los migrantes a ser disciplinados con sus ahorros, regresar, invertir en el país, convirtiéndose en ejemplos para otros.

“Podría vivir en EE.UU., trabajar de hacer limpieza y vivir bien o ser emprendedora en mi país, vivir con carencias mientras empiezo pero con una satisfacción que podría ayudar a mi país, dando empleo. Ser ejemplo para mis hijos, Estar con mi familia”, comenta.

“Les animaría a volver, a pedirles de favor que ahorren y que inviertan en su país. Sé que la situación acá es difícil más la violencia, pero en todos lados tenemos dificultades. Tenemos un país hermoso, tenemos familia, Dios está con nosotros. Trabajamos allá para hacer rico a ese país, ¿Por qué? no hacemos rico el nuestro”, añade.

UN SERVICIO SOCIAL

Además de emprender, Judith es uno de los veinte voluntarios del Grupo Humanitario de Esquipulas Inmigrantes, Refugiados y Desamparados, quienes durante el incremento del paso de migrantes provenientes de África y Haití al oriente del país en 2016 acudían a las comisarías de la Policía Nacional Civil (PNC) o donde estos se encontraran para darles alimentación y auxilio para heridas sufridas en su travesía hacia EE. UU.

“Venían personas heridas que pasan el Amazonas donde cuentan que hay compañeros que se los han comido los animales”, comentó Judith, quien aclaró que ella solo es parte de dicha iniciativa la cual es posible por el respaldo y dedicación de 20 personas más.

“Me motiva ayudar a este proyecto porque yo fui uno de ellos e igual que ellos tuve que dejar mi familia, mi tierra para buscar un mundo mejor, es una incertidumbre andar en tierra lejanas y no encontrar quien te tienda la mano”, añadió.

El Grupo Humanitario de Esquipulas Inmigrantes, Refugiados y Desamparados asiste a los migrantes de martes a sábado, también entrega alimentos a los desamparados o personas con necesidad de la localidad.

Según la Dirección General de Migración en 2016, un total de 8,637 personas de diferentes nacionalidades fueron interceptadas y llevadas algún albergue temporal, la mayoría de ellos provenientes de África y Haití. La cifra superó los 563 registrados en 2015.

“Podría vivir en EE. UU., trabajar de hacer limpieza y vivir bien o ser emprendedora en mi país, vivir con carencias mientras empiezo pero con una satisfacción que podría ayudar a mi país, dando empleo”.
Ana Judith Ramírez

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