Rolando Alfaro Arellano

Durante varias décadas hemos escrito en esta columna de La Hora, la necesidad de educar a la población guatemalteca en el tema ambiental, es decir, lo relativo a su protección y mejoramiento; pero, ante tanta indiferencia y desconocimiento de algunas personas y entidades, debemos insistir en el trabajo realizado por propios y extraños, y sugerir los estudios y trabajos que se han efectuado sobre el tema.

Al efecto, destacaremos los estudios de investigación que se han venido efectuando desde los años 70 a la fecha y que se los dedicamos sinceramente a nuestros lectores.

En consecuencia, citaremos los diversos perfiles ambientales que han sido elaborados por científicos entendidos en la materia ambiental y que aportaran consejos de beneficio para los guatemaltecos.

Los últimos acontecimientos que se han producido en el territorio nacional y que solo daños materiales y de vidas humanas se mantienen al extremo de paralizar casi todas las actividades del país, sea por temor o prevención para evitar daños personales a los guatemaltecos limpios del pecado y de la ambición de poder.

Guatemala es un país territorialmente pequeño, pero con una diversidad natural y cultural única en el mundo. Su condición de puente entre dos masas continentales, la variedad edáfica y de formas terrestres, la amplitud latitudinal, pluvial y térmica, entre otros factores, son responsables de la existencia de una alta variedad de ecosistemas y de especies. Esta diversidad natural y étnica ha generado a su vez distintas y variadas formas de interacción y uso de las especies silvestres así como una intensa domesticación fundamental para la dieta de los guatemaltecos, y de muchos otros países del mundo. Guatemala es uno de los ocho centros mundiales principales de origen de plantas cultivadas y se le denomina Centro Mesoamericano. Ello, tomado del Perfil Ambiental de Guatemala. Instituto de Incidencia Ambiental de la Universidad Rafael Landívar.

Pero lamentablemente, son pocas las personas y entidades que se interesan por estos temas y creyendo las mismas que se encuentran en un país sin leyes, juzgados y hombres especializados en el Derecho Ambiental, se han dado a la tarea de invadir tierras que no son privadas y mucho menos de su pertenencia.

A lo anterior podemos agregar la indiferencia de algunos centros escolares y universitarios al soslayar o ignorar que existe un tremendo compromiso de la República de Guatemala al haberse comprometido a mejorar su ambiente en la Conferencia de Estocolmo, Suecia en el año de 1972.

Por lo tanto, los eternos refractarios y carentes de ética, seguirán depredando nuestro país hasta que no surjan habitantes del territorio nacional que sepan defender nuestra identidad y lo que por naturaleza nos pertenece.
Continúa.

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