Fernando Mollinedo C.

Es necesario hacer un PREVIO al artículo de hoy para felicitar a la administración de LA HORA “Tribuna, no mostrador” por iniciar una era de información a nivel internacional en formatos impreso y digital dirigida a los migrantes guatemaltecos alrededor del mundo y en especial a quienes viven en los Estados Unidos de América.

Este esfuerzo periodístico tendrá el eco esperado por millones de paisanos en espera de opiniones y noticias serias para estar al día con la vida económica, social y política de su país de origen.

El tema de hoy se relaciona con la actividad política de quienes dirigieron y dirigen la administración del Gobierno de Guatemala, es decir, los políticos. POLÍTICA, palabra que deviene del latín politice, y este del griego politik, terminación femenina de kÕj, político. Actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos públicos. Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo. (DLE)

El notable envilecimiento de la actividad política pareciera no tener antídoto. Con el paso del tiempo y con la inmensa serie de actos ilegales cometidos por funcionarios y empleados del Gobierno cuando ejercen cargos de administración, se confundió el concepto de POLÍTICA (con mayúsculas).

Aquí en Guatemala donde me consta, dicha actividad se convirtió en la lucha encarnizada en toda su crudeza, sin cuartel, donde los que más gastan, los más tramposos que ponen zancadillas ilegales y grillan a más no poder, los que más regalan láminas y pollitos, se sienten los más “gallos” de los “buenos”; pareciera que con son competidores para ver quién la tiene más grande (la cuenta monetaria, por supuesto) que impide el debate de iniciativas e ideas que mejoren la vida de los ciudadanos.

El guatemalteco que sabe leer, pero nunca lee los programas que presentan los candidatos a cualquier puesto de elección o nombramiento, supuestamente en términos claros y entendibles con el contenido de los planes de trabajo para cuando sean electos, llega a las urnas a votar sin saber por qué elige a alguno. Hay que entender que EN LA MAYORÍA DE CASOS, LA POBLACIÓN NO LEE LOS PROGRAMAS PORQUE LOS CANDIDATOS NO LOS TIENEN y otros, PORQUE NO SABEN LEER.

¿Cuál es el destino de la supuesta “democracia” en que vivimos? ¿Vivirá per secula seculorum con la sarta de mentiras que ofrecen los candidatos y en su caso no cumplen al estar ejerciendo el poder para cumplir con la palabra ofertada para llevar a la amplia mayoría de la población a un bienestar siquiera mediano?

En los mítines escuchamos a los candidatos descalificar e insultar al adversario convertido en “enemigo”; esos candidatos carentes de valores éticos y morales que no fueron inculcados por sus padres o encargados de su educación en su hogar (si lo tuvieron), durante su niñez y adolescencia y supuestamente refirmados con la cultura religiosa que profesan, ESOS son los que ENVILECEN LA ACCIÓN POLÍTICA y para muestra, tenemos a los mejores exponentes en el CONGRESO DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA, con sus raras y escasas excepciones.

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