POR MARIELA CASTAÑÓN
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Hace 8 años la Liga de Higiene Mental inició en la zona 7 capitalina un programa de prevención de la violencia denominado “Mi Territorio sin Violencia”, el cual, bajo el lema “Nadie nace violento” buscaba el involucramiento y el empoderamiento de la comunidad para contribuir a evitar todo tipo de violencias. Actualmente, esta instancia implementa el proyecto en San Martín Jilotepeque y Zaragoza en Chimaltenango, también en Sumpango Sacatepéquez. El modelo se traslada a niños, niñas y adolescentes (NNA), maestros y autoridades ediles, quienes a través de su entendimiento y aporte han evitado delitos y logrado una convivencia pacífica, según esa instancia.
Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental, explica que la metodología de aprendizaje y replicación del modelo se efectúa a través de diferentes talleres y en el abordaje de temáticas como manejo de emociones, resolución de conflictos, prevención de violencias, entre otros.
La primera fase del programa se trabaja bajo el lema “Nadie nace violento”, y busca enseñarle a la niñez que la violencia es un fenómeno aprendido que puede cambiarse.
“Trabajamos todo el año talleres con los niños. El primer taller se llama “Nadie nace violento”, porque lamentablemente como adultos muchos han llegado a la conclusión de que no hay nada que hacer con la violencia, más que acostumbrarse, o ser violento para reaccionar. Y la violencia es un fenómeno cultural o aprendido. Es muy interesante porque en ese taller también se –evidencia– cómo se aprende la violencia por muchos actores: la familia, la calle”, refiere Garavito.
En tanto, también se trabaja con los maestros de la localidad a través de diplomados y traslado de capacidades. Ellos se convierten en gestores de cambio para educar a la niñez, asimismo se busca que las autoridades ediles se involucren y conozcan el modelo. Las autoridades cooperan con la infraestructura para trabajar los talleres y la promoción de actividades educativas, también han facilitado inmuebles para las clínicas psicológicas.
“El programa pretende generar un modelo de prevención de violencias, pero basado en la comunidad, cuando digo esto, no estoy hablando de violencia delictiva, hay muchísimas violencias en este país, pero nuestra gente no se está involucrando en estrategias para ayudar a resolverlos, sino que está esperando que –alguien– los resuelva, por eso el concepto del empoderamiento, es decir, que la gente tiene que apropiarse de sus problemas y la violencia es uno. Y generar las estrategias para contribuir a evitarlas”, indica el psicólogo.
PREVENIR DELITOS Y BUSCAR SOLUCIONES
De acuerdo con el entrevistado, el traslado de capacidades del programa a través de sus talleres y el empoderamiento de las comunidades han permitido resolver los problemas de la comunidad.
Según Garavito, hace algunos años en una escuela de San Lucas Tolimán, en Sololá, lograron identificar la forma cómo una niña aprendía la violencia, pues expuso que en su aldea había una familia que robaba niños, a raíz de eso lograron realizar la denuncia ante los entes competentes.
De la misma forma, en Sumpango, también se registraron constantes asaltos y violaciones sexuales a jovencitas. La red municipal de prevención de violencia inició a promover campañas de comunicación en la localidad para evitar más hechos de esta índole.
El director de la Liga de Higiene Mental dice que en estas redes municipales están diferentes actores, en tanto las iglesias católica y evangélica son las que regularmente no se involucran, argumentando “falta de tiempo”.
LOS DESAFÍOS
A criterio de Garavito, uno de los desafíos superados en las comunidades donde se imparte el programa es el involucramiento de las comunidades, pero aún persisten otros como la ausencia de interés por parte del Estado para involucrarse.
También, la falta de presupuesto para expandir el programa de prevención, o que otras instituciones puedan adoptar el modelo, la Liga de Higiene Mental está en disposición de compartirlo.