Rolando Alfaro Arellano
El respeto al derecho ajeno es la paz
Benito Juárez
La sociedad guatemalteca paulatinamente ha ido perdiendo sus valores morales, pues pareciera que algunos sectores creyeran que ser descorteses, vulgares y violentos fueran propios de los hombres valientes, y es todo lo contrario, por ello, o no conocen su escala de valores, o, simplemente, son débiles mentales que ignoran qué significa la hombría de bien.
Lo que antes se estimaban castigos por faltar a la escuela o ser malos estudiantes que, inhumanamente, traumó a los antiguos ciudadanos, y, obviamente a sus descendientes, se transformó en un desorden de la conducta y por faltar a la verdadera formación moral, se transformaron en los rebeldes sin causa, cobardes y vulgares, sin importar su escala social.
En ese sentido, desde pequeños en los colegios o escuelas, se sabe de muchas peleas al estilo de los pandilleros que quieren demostrar su falso orgullo de machos o trogloditas, falsa conducta que la acompañan con pandilleros con problemas psicológicos y no les importa para nada destruir a las personas que se les pongan enfrente.
Lo últimamente escrito, nos permite colegir que tales actitudes únicamente vienen a engrosar otro de los factores del desastre social que, en los últimos años, se ha venido agrandando en el país. A esa degradación moral, se le ha denominado bullying.
Por consiguiente, han crecido las pandillas juveniles cual espinas que a su paso hieren a las personas educadas correctamente.
Pero, el significado de la mencionada palabra es muy amplio, pues va desde aquellos que usan la fuerza o estatus social, que les conduzca a tratar a las personas con violencia para atemorizarlas o intimidarlas.
A estas alturas de la problemática que mantiene psicológicamente intimidada a las personas, no se ven verdaderas propuestas de querer mejorar la situación humana descrita y que desde hace varios años azota a los diversos estratos sociales.
Al respecto citaremos algunos ejemplos: ausencia de educación cívica, de valores morales, pundonor deportivo, educación integral y humanismo.
Además, no se ve en la juventud interés de participar en el deporte, salvo algunas excepciones, y, por si lo ignoraran algunos sectores que creen sabérselo todo, existe una falta profunda de representar a nuestro país en deportes, concursos mundiales a nivel intelectual. A ello, habría que preguntarles a los recién graduados de bachilleres si conocen a los profesionales de diversas ramas del saber humano que le han dado fama y galardones al país y un largo etcétera.
Finalmente, de nada sirve presumir que el país se está desarrollando, si el nivel educativo es deficiente y mucho menos, si malos guatemaltecos queman bosques, roban madera, envenenan los cuerpos de agua como los lagos de Amatitlán, Izabal, etc.
Queridos lectores, ya es hora de despertar y de reconocer plenamente a los buenos guatemaltecos que día a día luchan por mejorar el desarrollo de nuestro país: Obras son amores y no buenas razones. Hechos y no palabras. El tiempo lo dirá.