Juan Antonio Mazariegos G.

El sistema de división de poderes que desarrolla nuestra Constitución se conforma por un modelo de pesos y contrapesos que en teoría debiera de permitir que ninguno de los organismos del Estado, Legislativo, Ejecutivo o Judicial, prevaleciera sobre los otros, convirtiéndose de esa manera en un sano freno al poder, el cual de ser supremo o hegemónico por parte de cualquiera de los organismos pondría en riesgo la democracia representativa en la que supuestamente vivimos y el mismo funcionamiento del Estado.

Dentro de los mecanismos de control entre los poderes del Estado destaca la figura de la interpelación, por medio de la cual un diputado o grupo de diputados puede citar a un Ministro o Funcionario del Organismo Ejecutivo a efecto de que declare bajo juramento, sobre una serie de interrogantes que el parlamentario previamente le compartirá y de esa cuenta se produce el control. Lamentablemente, entre la teoría y la práctica hay un gran trecho y esta semana vivimos una penosa serie de episodios en los que algunos Diputados de la Comisión de Salud del Congreso de la República intentaron sin éxito interpelar a la actual Ministra de esa cartera, con el cuestionado afán de apoyar un diálogo con el sindicato mayoritario de trabajadores de dicho Ministerio, precisamente cuando entre el grupo sindical y el Ministerio se resuelve un proceso laboral luego de que el Ministerio emplazara a los trabajadores que llevan semanas ausentes de sus puestos de trabajo.

El texto constitucional señala que ni el Congreso ni el pleno, ni autoridad alguna podrán limitar el derecho a la interpelación, ni calificar las preguntas o restringirlas, por supuesto en el entendido que las mismas obedecen a razones de control efectivo por parte de los Diputados. Sin embargo, en todas las notas o entrevistas que pude leer u observar, alrededor de esta interpelación, ningún Diputado de los que entiendo conforman la Comisión de Salud, pudo articular con coherencia el porqué la Ministra estaba siendo citada, quedando en el ambiente la sensación de que era una medida de presión que provenía de algún otro interés.

El control es sano e importante y los mismos funcionarios deberían de agradecer la oportunidad de confrontar sus planes de trabajo y la ejecución de los mismos. De igual manera, está en los Diputados el comprender que en la actualidad la sociedad es mucho más participativa, se documenta y cuestiona el porqué de las cosas, transformándose también en un medio de control hacia la actuación de los Diputados y estos en el futuro deberán de dotar de razonabilidad y argumentos constructivos a sus cuestionamientos o ejercicios de control legislativo.

De esta semana y la fallida interpelación, sin duda la Ministra salió fortalecida, ojalá demuestre con hechos que el apoyo que recibió de ciertos sectores de la población no está herrado y pueda atender uno de los Ministerios más importantes de cara al beneficio de la población.

Artículo anteriorRefundemos el Estado
Artículo siguienteUn aporte constante al país