Hay grupitos e individuos que se andan afanando de haber sido los actores del “cambio” que sufrió Guatemala y que ahora permite que “fiscalicemos” más a entidades como el Congreso y llegan a decir que “sienten la presión” de sentirse observados.
La verdad, esa cantaleta está muy alejada de la realidad. Los diputados han sido descarados para citar a gobernadores a los que hasta los han presionado, amenazado, humillado y atacado racialmente con tal de conseguir plazas y mantener sus privilegios.
Esta partida ha sido aquella que se hizo una caricatura de “Reforma” a la Ley Electoral y de Partidos Políticos para que no se toque el tema del financiamiento ni nada que pueda transformar el sistema con el que están siendo electos ellos y con el que llegan ya empeñados los presidentes por la forma en que venden el alma a los cooptadores.
Es el mismo Congreso que tiene ahorita a ministros en “agenda”. Lo que esto significa es que están bajo el chantaje de la interpelación para poder privilegiar negocios, plazas y proveedores.
Simplemente pensar que hay que respetar la institucionalidad y esperar las otras elecciones, es jugar exactamente el estúpido juego con el que se llegó ahora a que cada llamado a demandar y protestar contra los abusos de los servidores públicos, terminan siendo raquíticas manifestaciones.
El único depurador real que tenemos es el Ministerio Público que con el acompañamiento de la CICIG está presentando casos contra los criminales trajeados que han ordeñado al Estado por todos lados; las plazas fantasma son el único nutriente de estas estructuras.
Lo más preocupante es que nos mantengan “anestesiados” como sociedad, mientras unos pocos creen que “Guatemala cambió”. Seguimos siendo el mismo país dividido, polarizado, que se desangra gobernado en los tres organismos del Estado por gente que tiene intereses y compromisos con el lado oscuro del sistema.
Lastimosamente, la sociedad urbana ha decidido en muchos casos que es más fácil tolerar los métodos de enriquecimiento y administración del poder de los corruptos en lugar de decidirse a enfrentar las causas generadoras de la pobreza, de la violencia y que son el gran motivador para que los compatriotas sigan abandonando Guatemala para buscar un mejor futuro en Estados Unidos.
El tal cambio no ha existido. Se les ha advertido que se les puede investigar y por ello es que buscan ahora apoyo de leyes que les exoneren y campañas negras que desprestigien. Lo único que ha cambiado es que ahora, por MP y CICIG, hay procesos contra los corruptos. La sociedad aún no ha hecho su papel.