Edgar Villanueva
Me había abstenido de escribir sobre el tema que abordaré a continuación porque apoyo al cien por ciento el derecho a la manifestación, más en Guatemala donde el mismo fue restringido por muchos años, y creo firmemente que el ejercicio del mismo es de vital importancia en una democracia. Sin embargo, hechos recientes ponen de nuevo en evidencia que hay algunos que se dedican a usar el derecho a la manifestación para distorsionar la voluntad popular en beneficio de sus propios intereses.
Desde hace un tiempo hemos visto cómo el bloqueo de carreteras es utilizado como expresión del derecho a manifestar. Este tipo de medidas, además de ser ilegales, son totalmente contraproducentes para las causas que supuestamente promueven y ponen en entredicho la legitimidad de los derechos que supuestamente reivindican. Pensemos, por ejemplo, en una organización sindical que pide el respeto a un pacto colectivo de trabajo. Si dicha organización desea de manera honesta concientizar a más ciudadanos sobre la necesidad de respetar los pactos colectivos de trabajo, ¿qué gana bloqueando una carretera? ¿De verdad piensan que de esta manera el ciudadano consciente, trabajador y honesto que lleva 4 horas parado en la carretera está cautivado escuchando su mensaje y se va a unir a la lucha por el respeto a los derechos laborales? Puedo decir con mucha certeza que no.
Otra medida disfrazada de protesta es la toma de propiedades privadas y públicas en manifestación de derechos que consideran vulnerados. Este tipo de medidas en algunos casos llegan a desafiar la lógica, y vemos casos en los que, para reivindicar el derecho al acceso a la tierra se violenta el derecho de otros a la misma. Entiendo que hay reivindicaciones históricas y causas estructurales que pueden ser la razón por la que algunos se vean “forzados” a tomar medidas de hecho, pero no entiendo cómo se puede reivindicar un derecho violando otro.
Recientemente se ha puesto en evidencia una conversación entre personas que organizan un acarreo de gente para una manifestación. Este acarreo se realiza para generar una percepción de apoyo, vulnerando principios democráticos de manifestación y petición, pues “yo te pago por manifestar que estás de acuerdo con mi posición” está en la misma categoría de mentira y abuso que la de los líderes de partidos políticos que se burlan de la democracia con la compra de voluntades en las elecciones. Señores, es más digna la protesta de 50 convencidos que la de 20 mil acarreados.
El país no puede salir adelante con manipulaciones. Lo que están haciendo estos pseudolíderes no se vale. Si deseamos cambios hay que ir a las instituciones creadas para el efecto y si dichas instituciones no responden, denunciarlas y apoyar a aquellos que están haciendo cumplir la Ley. En una democracia no debemos tolerar los “atajos”, debemos luchar porque todos tengamos acceso a las instituciones encargadas de proteger nuestros derechos y no recurrir a la vulneración de los derechos de otros para reivindicar los nuestros.