Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Con la alegría, picardía y habilidad que caracteriza a los chilenos, estas personas siempre le encuentran lo positivo a la vida, por ello en los tiempos de crisis, en los tiempos políticos y sociales más difíciles acuñaron la frase que utilizo como título, frase que por cierto tiene también una versión un poco más pícara y menos correcta de ser utilizada por escrito, ja, ja, ja.

Para mi buena suerte y a pesar de los pesares, en estas fechas estoy comiendo empanadas fritas, empanadas de horno, cazuela de ave, caldillo de congrio y mariscos recién extraídos, con olor a mar.

También, aunque lo tenga sumamente prohibido, alzaré la copa de vino y rodeado de mis amigos, de mis compañeros y de los viejos amores, gritaré ¡Viva Chile!

Nadie tiene comprado un solo día de la vida, nadie sabe cuándo es el último día de su vida, por ello es tan apropiada la frase que he utilizado de título en esta columna.

Sin ser pesimista, pero si realista, sabiendo que todos los últimos meses he tenido que desfilar haciéndome numerosos exámenes, tomografías ultrasonidos y consultas a seis distintos especialistas, vuelvo a darle gracias a Dios por haber podido venir, aunque sea la última vez, a Chile.

Tomarme 26 pastillas diarias, aunque alguien no lo crea; inyectarme diariamente de tres a cuatro veces, situación que por supuesto no me gusta, pero lo hago con gusto sabiendo que es gracias a eso que continúo caminando por los senderos de la vida que Dios me otorgó.

Quiero a Guatemala un poquito más de lo que quiero a Chile, todo ello gracias a los principios que la vida me enseñó, en especial de los principios que recibí en los diferentes lugares donde fui educado y formado, por ello continuaré bregando porque los hijos, la sociedad en la que vivo y de la que provengo sean cada vez mejores.

La madurez nos da paz, nos da tranquilidad y ante todo nos da la responsabilidad de servir a quienes por edad vienen detrás de nosotros.

Chile para mí ha sido una guía, ha sido un horizonte que me ha permitido tener claro el rumbo de lo que aspiro para Guatemala. De Chile envidio su gran clase media, su educación tan desarrollada, también envidio su alegría y su tenacidad para continuar desarrollándose como un ejemplo para América Latina y el mundo.

El agua no la inventaron los hombres y el agua azucarada tampoco es hoy un misterio, lo mismo podemos decir de lo que es y debe ser el progreso social.

La democracia descansa sobre los buenos gobiernos, sobre la continuidad de las buenas acciones.

Sin educación no hay progreso, sin salud preventiva y curativa la vida de los hombres es corta, sin seguridad e infraestructura no puede haber tranquilidad y paz.

El respeto al derecho ajeno, como dijera Benito Juárez, es la paz; tanto entre individuos como entre naciones.

América Latina está en la urgencia de unirse, no podemos permitir que un hombre como Donald Trump, actual presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, con su falta de madurez y de criterio, edifique un muro que impida el progreso, promueva el aislamiento. La falta de criterios han producido los grandes conflictos bélicos económicos y sociales. América Latina es una sola y no podemos permitir que se nos mida con desigualdad e injusticia.

¡Guatemala es primero!

Artículo anteriorCosechando tempestades
Artículo siguienteTemas importantes a considerar en la Declaración Anual de ISR 2016 – Parte III