Sin embargo, llama la atención que ambos grupos son los que integran a los miembros de las dos últimas administraciones de la CGCN en las que, evidentemente, el único trabajo realmente bien hecho es el de hacerse de la vista gorda ante la corrupción que se generaliza en el país y, por supuesto, sin que exista un arresto de dignidad que les permita salir con la pena que cualquier inútil con principios debería sentir.
Porque resulta que, como lo hemos dicho en muchas oportunidades, Guatemala es el país más transparente si la medición se hace por medio del análisis de los procesos y expedientes en que se base la persecución penal de los responsables del saqueo de los bienes del Estado. Estamos claros que ese no es el caso y que lo que sucede es que el nivel de corrupción es tal que una instancia como la CGCN está subordinada a las prácticas oscuras de la administración pública, por lo que la hemos considerado la cacharpa más inútil de la administración pública.
Y es un nuevo proceso de Comisiones de Postulación en el que parece que el resultado no será satisfactorio para el país porque se volverá a beneficiar a una de estas agrupaciones que no tienen como prioridad hacer el fortalecimiento institucional que permita que se termine con la cadena de protección que hoy por hoy garantiza la impunidad a los corruptos.
Manteniendo controladas todas las instancias de fiscalización, persecución penal y administración de la justicia, los grupos de poder se garantizan que no habrá acciones que puedan establecerse para iniciar ese cambio radical que necesita el país para que finalmente haya quien tenga que rendir cuentas sobre sus gestiones en la administración de los recursos que nos pertenecen a todos los guatemaltecos.
Si con excelencia y con dignidad se quiere hacer el proceso, habrá que ser enérgicos en señalar que la inoperancia de la Contraloría General de Cuentas de la Nación no es por un caso de incapacidad sino por una absoluta complicidad en ser tapaderas de todos los procesos oscuros y ampliamente cuestionados con que el Estado sigue siendo la fábrica de millonarios que de manera desvergonzada se hacen de los bienes como que fueran propios. Complicidad y vergüenza, podrían ser nombres más acordes a lo que ofrecen.