Pablo Sigüenza Ramírez
La polémica por esta normativa evidenció que hay dos proyectos de sociedad que entraron en tensión. Por un lado la visión de las empresas multinacionales y las élites económicas y políticas del país, que ven en las semillas la posibilidad de hacer investigación para luego lucrar con ese conocimiento. Por el otro la visión de los pueblos que ven en las semillas la posibilidad de reproducir la vida. La semilla como negocio o como germen de vida, esa es la disyuntiva.
Esta ley es parte de todo el paquete de legislaciones que el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos asigna al país. Fue una ley impuesta. ¿En dónde está la soberanía nacional? En esta perspectiva hay que estar alerta porque el andamiaje jurídico del neoliberalismo sigue vigente y buscará otros momentos y otras leyes para implementar lo que ahora fue derogado. Esta ley y su contenido provienen de una visión del mundo que lucra con la semilla, que lucra con la vida. Se pierde la dignidad del ser humano, de los pueblos y la posibilidad de nuestra reproducción vital y cultural.
Fue evidente la oposición social a la Ley Monsanto. Se constituyó un momento de unidad alrededor de la defensa de la producción alimentaria y la biodiversidad. En el centro del debate estuvo la preocupación por la protección del maíz. Ese cultivo que, en el imaginario colectivo, conforma la esencia de nuestra creación según el Popol Vuh y la tradición oral. Somos mujeres y hombres de maíz irremediablemente.
Se confirma la corrupción, la incapacidad y la mala fe de los diputados que aprobaron la 19-2014. No cabe duda, el Ejecutivo y el Legislativo responden a los financistas de las campañas electorales. Están al servicio de ese modelo que ve a las semillas como negocio. ¿Cómo reformamos el sistema político del país? La oposición popular a la ley es un primer signo. Y es un sigo fuerte pues no sólo se dieron movilizaciones urbanas sino en comunidades diversas a lo ancho del país se levantaron actas comunitarias en demanda de derogar la ley. La ley ha muerto, el origen económico de la misma sigue vivo. Como alternativa, la lucha por la vida se fortalece.