Francisco Cáceres Barrios
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Por ello he mantenido el criterio que para que nuestro país tome el camino adecuado hay que resolver muchos y variados problemas, por ejemplo, no es cuestión de emitir leyes, por cuanto sabemos que hasta nos sobran, lo malo está en la pésima redacción y pobres conceptos en que han sido emitidas para hacer valedera la frase que dice: “hecha la ley, hecha la trampa” se cumpla en cortísimo tiempo.
Si tomamos el caso de los chalecos con el color del partido oficial, el uso obligatorio de cascos y la rotulación visible del número de identificación del vehículo. ¿De qué ha servido? ¿Se redujo el número de asesinatos o de transgresiones a la ley de tránsito? ¡Nel pastel! Todo seguirá igual o peor mientras no exista una o más entidades que velen por su cumplimiento, que se capacite a los agentes de la autoridad y porque se haga lo mismo para controlar su irresponsabilidad o abuso de poder. Y es que en nuestra linda Guatemala, cada autoridad (porque estas también abundan) se cree la “Mamá de Tarzán” y ¡ay de aquel que ose meterse en sus asuntos!
Me fui de espaldas cuando me enteré que el caso del reciente asesinato del Chef Humberto Domínguez se estaba abriendo en un tribunal pero, mi sorpresa fue mayúscula cuando me enteré que en un dos por tres habían dictado sentencia dejando en libertad al encartado, porque el fiscal no aportó las pruebas que el arma que se utilizó para cometer el crimen haya sido disparada por él, aunque era de su propiedad. ¿Fue culpa del fiscal, artimaña empleada por el tribunal, incapacidad investigativa? Bueno, ¡Vaya usted a saber! Lo cierto es que para resolver este caso, como millones más, hay que encontrar soluciones integradas en donde participen desde el primer mandatario hasta los conserjes de los establecimientos públicos. ¿Qué le parece a usted que en Guatemala ni el presidente Pérez Molina puede salir a exigir que todos cumplamos con la ley, porque su Vicepresidenta es la primera en llevarle la contra? ¿Estaré exagerando?