Miguel Saquimux Contreras
Las universidades cada vez intentan esquivar los trabajos de investigación, mismos que deberían de ser clave para optar a un título de técnico, grado, postgrado, doctorado, etcétera. Entonces, se crean mecanismos de graduación, en donde los aspirantes tienen la posibilidad de escoger entre tesis y otras actividades que impongan las distintas casas de estudios, es por ello que en alguno de los casos las personas llegan hasta el nivel de doctor sin haber generado ningún documento científico.
En otros casos ha empeorado esta crisis, porque, en situaciones muy particulares existe plagio de otros trabajos para la elaboración de las tesis, incluso, hasta para manifestar algún tipo de opinión en estos espacios se ha comprobado ese hurto de escritos. La corrupción está llegando a niveles superiores, porque en estos trabajos académicos, no siempre las creaciones de los documentos pertenecen en su totalidad al estudiante, sino más bien, puede ser que la ayuda de la que se favorecen sobrepase los límites de lo legal.
Seguir señalando los casos de poca ética que se manifiestan en los casi extintos trabajos académicos no es el objetivo, por el contrario, debe enfocarse en lo que motiva a que estas universidades a que se vean en la necesidad de utilizar estos mecanismos. Es decir, que si analizamos la razón que origina esto encontraremos muchas causantes, entre las que destacaría que el estudiante en la mayoría de los casos no domina adecuadamente los temas que abordó durante toda la carrera, lo que hace difícil o hasta cierto punto imposible que pueda generar un documento a partir de conocimientos específicos.
Con lo anterior no debe librarse de toda culpa a las universidades, puesto que, por lo regular las intenciones son comerciales, al anclar a sus estudiantes a programas de estudios de maestría o doctorado, suprimiendo los trabajos académicos. También, con la excusa de lo tedioso que se torna un trabajo de tesis, se han hecho estas modificaciones, castigando así la producción de conocimiento, y se le ha dado paso al alcance de títulos universitarios, a pesar del poco aporte al ejercicio de la academia.
En conclusión, ya sabemos que un país como Guatemala es solamente operador del conocimiento que se construye en otras latitudes, y que no siempre logramos manejarlo, porque en las aulas universitarias se están formando técnicos y no académicos. Esto obedece a una división internacional del trabajo, en donde los países centro se dedican a registrar patentes, y los demás, que son periféricos como el nuestro sólo a intentar manejar los principios más básicos.
De seguir de esta manera, estamos muy lejos de por lo menos crear modelos que generen desarrollo en Guatemala, como lo sucedido en Chile o Costa Rica en donde las propuestas vienen de las Universidades. Mucho menos pensar en el registro masivo de patentes, producto de una cultura de creación de conocimiento, en donde sé que muchos pensarán que las condiciones del país no están para esto, pero por algo se debe empezar y lo más pronto posible.