Lic. Douglas Abadia C.
douglas.abadia@gmail.com

En los últimos años hemos sido testigos del resurgimiento del “nacionalismo” en el mundo, en especial en el continente europeo. A nivel general el nacionalismo es una ideología política basada en el principio de que cada nación tiene derecho a formar su propio Estado para realizar los objetivos o aspiraciones sociales, económicas y culturales de un pueblo, sobretodo el logro de un Estado independiente.

Esta ideología se caracteriza ante todo por el sentimiento de comunidad de una nación, derivado de unos orígenes, religión, lengua e intereses comunes.

Es una forma de pensar que defiende una nación o una región por encima de todo, incluso, por encima de las personas.

Como consecuencia de la Revolución francesa se produjo en Europa una extraordinaria difusión de sentimientos nacionalistas opuestos al principio del legitimismo dinástico, según el cual los países no eran sino propiedades patrimoniales de los reyes.

Traigo a colación el tema del nacionalismo, pues en la reciente elección presidencial ocurrida en Estados Unidos de Norteamérica este fue uno de los principales ingredientes de la campaña electoral del finado 2016.

La crisis de los refugiados y los últimos atentados en Francia y Bélgica han servido para afianzar las ideas nacionalistas populistas en la Unión Europea. Aunque los fundamentos ideológicos, la retórica y su nivel de extremismo en la escala política difieren de un país a otro, existen rasgos comunes.

Las nuevas derechas critican la política europea, defienden la idea de cerrar las fronteras y, como muestran los sondeos, su respaldo social está aumentado.
En el 2017 tendremos elecciones en Holanda, Francia y Alemania en Europa, planteándose que el “fenómeno” Trump pueda fortalecer las posturas de la extrema derecha; cabe resaltar que la candidata de la extrema derecha francesa a la Presidencia, Marine Le Pen en su discurso de ayer ocurrido en la ciudad de Lyon atacó a la inmigración masiva, el fundamentalismo islámico y la globalización.

En Alemania, la fuerza política en progreso es la Alternativa para Alemania, que sostiene que los intereses alemanes han sido subordinados a los de Europa. Incluso los Demócratas de Suecia, un partido de extrema derecha, acaban de ganar el 13% de los votos en una elección general.

En Hungría, el gobierno de Fidesz tiene claras tendencias autoritarias y un gran interés en el destino de los húngaros más allá de sus fronteras.

La reacción en contra de la inmigración ha sido fundamental para el surgimiento de partidos nacionalistas como el Frente Nacional francés, los Demócratas de Suecia y el Partido de la Independencia del Reino Unido de Gran Bretaña.

La base del nacionalismo ha sido la misma a lo largo de la historia mundial, mantener viva la llama del pasado identitario con la finalidad de dominar a través del poder.

Finalmente, es oportuno indicar que es posible que estemos en la antesala a un nuevo ordenamiento mundial, donde los refritos de ideas pasadas parecieran estar en boga en la actualidad; la tendencia que preocupa es que puede ser factible que pueda contagiarse por todo el orbe elementos como la discriminación, racismo, xenofobia entre otras características propias del nacionalismo radical.

Artículo anteriorExplicando el antejuicio
Artículo siguienteJosé Saramago: Todos los nombres (XXIII)