Roberto Arias

«Perseguir el interés individual necesariamente conduce al beneficio del resto de la sociedad.» Este axioma es la base de la teoría del neoliberalismo económico. Desafortunadamente para esta doctrina, puede confirmarse que no pasa de ser exactamente eso: Una teoría; en virtud de que los hechos y la experiencia, al menos en Guatemala, ocurre todo lo contrario de ese pensamiento filosófico. El uso y definición del término ha ido evolucionando o involucionando en las últimas décadas y no hay un criterio unificado para determinar qué es «neoliberalismo».

Actualmente el término conserva sus vínculos negativos y es utilizado por sus críticos como una condena general al liberalismo económico y sus políticas, es decir, la privatización de empresas estatales y la apertura y desregularización de los mercados. La adopción de las políticas neoliberales y la aceptación de su teoría económica desde la década de 1970 por la mayoría de los países desarrollados se ven como la causa del hundimiento del sistema financiero internacional del año 2007 y 2008 que más tarde se manifestó en la llamada Gran Recesión.

Si el Estado reduce los impuestos, el ciudadano sentirá algún alivio para sus ahorros y su vida en general, pero así también el Estado reducirá su inversión en la cosa pública. Si no hay fondos para el mantenimiento de carreteras, entonces las piezas de los automóviles tendrán que gastarse y romperse con más facilidad, lo cual significa que el ciudadano tendrá que comprar las piezas con un importador y el alivio económico será una engañifa más, porque, en el caso de Guatemala, el consumidor tendrá que pagar en moneda dura sus repuestos mientras gana en moneda nacional devaluada. Además, este sistema no genera más riqueza colectiva, como dicta la base de la teoría y, tiene un efecto negativo sobre el medio ambiente, el equilibrio social y la economía a largo plazo.

En el caso de Donald Trump como «estadista» desde las elecciones del 8 de noviembre de 2016, las monedas latinoamericanas perdieron frente al dólar, salvo el sol y el peso colombiano. Las promesas (o amenazas) de campaña contra América Latina, llevaron a que los mercados financieros descontaran los peores escenarios económicos. Estas son una posible guerra comercial debido al proteccionismo declarado, un impuesto a las remesas, la deportación masiva de migrantes ilegales, y el bloqueo del movimiento de personas. De otro lado, el aumento temporal de los precios del cobre, petróleo, oro y plata fue un gran soporte para las divisas de los países mineros y petroleros de la región así como el acuerdo de paz de Colombia. El problema con México es extremo.

Trump mantiene la tesis de comerciante vulgar. Se ha echado a la mayor parte del mundo en contra y, no únicamente contra él sino en contra de su país. No tengo la menor idea de cuánto tiempo durará este tipo en la Presidencia de los EE. UU., pero o lo sacan o, los poderosos dueños del mundo y de la FED harán lo que hicieron con Kennedy por razones similares, aunque por causas totalmente diferentes.

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