Y es que a ¿quién se le ocurrió que tras las horas de trabajo que los comisionados y su flamante presidente dedicaron para integrar el listado de magistrados iba a haber una que dijera “no gracias, yo no soy así”? Seguramente don Félix Serrano y Carlos Alvarado Cerezo, presidentes de las Comisiones para Corte Suprema de Justicia y de Apelaciones, querrán plantarse tan orgullosos como salieron a retar las críticas de la CICIG y la sociedad civil durante el proceso en que se denunció sus reuniones secretas que terminaron con la imposición de los listados en que metieron las manos los verdaderos dueños del país.

Pasar el filtro de los mañosos para poder llegar a integrar esos listados no debe ser fácil. Pareciera que se debe demostrar que el electo está dispuesto a ponerle precio a sus principios, a defender a capa y espada a los poderosos que le permitieron estar allí, a traicionar los valores básicos de la justicia para hacer que las instituciones sirvan intereses individuales y, lo peor, a convertirse en albañiles del muro de impunidad que garantiza que la justicia no puede salir del patio trasero en que se encuentra secuestrada.

Debemos recordar que ese filtro sí funciona porque el sentido de hacer que fracasen los intentos de la transparencia es garantizar que en Guatemala los muertos siguen acarreando basura, desnudos pero con las manos entre las bolsas mientras nadie dice nada porque no hay sorpresa ante el descaro.

Para los que están pensando sobre esa “locura” de la magistrada Escobar Mejía, les queremos recordar que ella y sus compañeras nos están dando, con el valor que muchos hombres nunca han podido siquiera soñar, la muestra de que la dignidad no tiene precio; que puede haber principios y compromisos con uno mismo, la familia y el país; que es fácil aceptar los chantajes y las compras de voluntades, pero es más importante y necesario ser correcto consigo mismo. El mensaje de “no acepto ser igual”, es lo que debería marcar esta renuncia.

La gran pregunta y el reto que tenemos al frente es si como sociedad vamos a creer que es un arrebato de locura o si estamos dispuestos a ser uno más en el movimiento de “no acepto porque no soy así”. Nosotros agradecemos a la doctora Escobar y a sus compañeras porque en un país en el que parece que no hay nada más que hacer, nos demuestran que estamos equivocados. Gente como ustedes son lo que necesitamos.

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