Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

En el 2016, 25 mil 726 pacientes de la consulta externa de adultos del Hospital General San Juan de Dios (HGSJD) provinieron de los departamentos. Juan Antonio Villeda, director de ese centro de salud, habló con “La Hora” acerca de los problemas que genera ese movimiento y las consecuencias que tiene sobre la calidad de atención a los pacientes.

Según registros del HGSJD, en 2016, 25 mil 726 pacientes de la consulta externa de adultos venían de los departamentos, es decir, un 14 por ciento de las personas atendidas el año pasado. ¿Cómo afecta esto a la capacidad del San Juan de Dios?

Déjeme comentarle que la mayoría son pacientes que sobrepasan la capacidad en hospitales departamentales. Son casos más difíciles que un paciente normal sin complicaciones. Al Hospital San Juan de Dios un paciente le cuesta Q892; eso le incluye salarios de los trabajadores. Un paciente complicado, que requiere intensivo, cuesta en promedio Q3 mil 700 o Q4 mil 500 diarios; entonces, el impacto es bastante importante.

¿Cómo afecta a los pacientes?

Hay muchos temas económicos que tienen que ver con los costos hospitalarios, pero también tiene que ver la parte humana, que es retirar a las personas de las comunidades y que vengan a la ciudad a que se les trate aquí. Muchas de ellas incluso fallecen aquí lejos de sus hogares y eso representa un gasto para la familia.

Hay un factor humano más allá del factor económico para el Estado, pues las familias incurren en gastos y complicaciones para poder visitar a sus familiares enfermos.

¿Existe alguna diferencia en los servicios que presta el HGSJD y los hospitales regionales?

Tanto el Hospital Roosevelt como el HGSJD tienen especialistas de alta complejidad que en los hospitales departamentales no existen. Por ejemplo, aquí el 30 ciento de los egresos de la medicina interna representan pacientes con problemas renales crónicos. En los hospitales departamentales no existe ese servicio. Departamento – de problemas renales– y nefrólogos solo hay en el Roosevelt, aquí y en el Regional de Occidente.

Además está el tema de los antibióticos: cada vez estamos utilizando antibióticos de una cobertura antimicrobiana muy extensa y, por lo tanto, cada vez más caros. Los antibióticos que utilizan en los hospitales departamentales son menos complejos.

¿Puede también ser la mala experiencia en otro centro asistencial la razón por la que personas del interior prefieran ser atendidas en la capital?

Yo creo que todo mundo puede tener experiencias buenas y malas, pero van a pesar más las malas. Hay muchas limitaciones en los hospitales departamentales, pero a mi criterio es un problema, no solo financiero, sino de muchos problemas de gestión y de calidad de gestión. Nos hemos amparado en que, como no tenemos medicamentos, no podemos dar una buena atención. Pero eso es parcialmente cierto, porque, con menor inversión, en otros lugares del mundo se ofrece una mejor calidad de servicio.

En el caso de las familias de pacientes que vienen desde el interior ¿existe algún tipo de apoyo que se les brinde en cuanto a su estadía?

Le quiero hablar de dos cosas: primero, tanto el Roosevelt como el San Juan de Dios cuentan lugares de albergue temporales, en donde la familia puede quedarse. Tienen su límite porque son muy pequeños para la gran cantidad de personas que a diario acuden a las áreas de emergencias.

Por otro lado, estamos en un proceso de sensibilización de la práctica médica o de la práctica hospitalaria, porque nos olvidamos de esa parte humana que tenemos que sacar. Muchas veces vemos a las familias acompañando a sus pacientes y nos hace falta ponernos en sus zapatos.

En las áreas de emergencia o en cualquier área del hospital, la gente está durmiendo esperando la evolución de sus pacientes. Cuando se les dice, esos espacios se llenan rápido en nuestros albergues. Si usted se da una vuelta, por ejemplo, en la pediatría de este hospital, se ve que hay áreas en donde la gente lava su ropa y la tiende porque el hogar temporal está lleno.

¿Existe un estimado de cuá ntas emergencias provienen del interior del país?

Más o menos es la misma proporción: estamos hablando que un 20 por ciento –de los casos– que atendemos en las emergencias no corresponden al departamento de Guatemala, sino al interior del país.

¿Qué repercusiones se tiene cuando hay sobrepoblación de pacientes?

El hospital tiene mil veinte camas, hay algunas que están vacías, pero hay servicios en donde ya no podemos ingresar pacientes, porque son de alguna especialidad específica. Por ejemplo, en los servicios de urología, los de otorrino, o especialidades, en donde ya no podemos ingresar pacientes que son de alguna otra especialidad.

Entonces, si analizamos la ocupación de los hospitales, estamos por arriba de la capacidad instalada. El grado del problema es que técnicamente se dice que la capacidad no debe de estar arriba del 90 por ciento, porque en un caso de emergencia o desastre tenemos la disponibilidad de camas de un 10 por ciento. Digamos que el San Juan de Dios debería de tener cien o ciento dos camas libres por cualquier eventualidad climática o terremoto, o algún accidente colectivo; eso no lo tenemos.

Datos del año pasado refieren que 15 mil 678 menores de edad de los departamentos fueron atendidos en el área de pediatría, ¿por qué razón considera que pase esto?

Hay mucha demanda, incluso espontánea, como le decía, o menos confianza en los hospitales departamentales. Entonces, las personas vienen hasta aquí. El área de pediatría es importante, además de que los intensivos neonatales de todos los departamentales están saturados también, entonces, ellos saturan los intensivos y en consecuencia los nuestros también.

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