Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
A veces decimos que los políticos no nos representan, pero esta vez sí debo decir que Blanca Stalling, Jimmy Morales y Oscar Chinchilla sí representan a muchos guatemaltecos que siempre andan viendo como justifican las cosas que riñen con la ley.
Es increíble leer comentarios como estos en redes sociales: “Le mandaron al hijo a la cárcel por prestar una factura. No pues” o “pero el caso son $11 mil… No justifico al patojo, y robar es robar, pero quien entiende que a Morales Jr por $11 mil lo tengan preso y a Mario Taracena, Blanca Stalling, Otto Pérez Jr. (entre otros) no le caigan con la misma fuerza. Se usó una granada para matar una mosca”.
Por cierto que en el segundo comentario es muy raro que no mencionen a Álvaro Arzú o a sus gerentes, por ejemplo sino solo a “chorreados”, pero el punto es que yo en mi columna del jueves decía esto:
Y es que eso que dijo el hijo del presidente Jimmy Morales resume una conducta social tan enraizada en nuestro medio porque con frecuencia estamos viendo cómo minimizamos los actos fuera de la ley, a menudo andamos buscando cómo excusar lo que pasa y con asiduidad esgrimimos que como no todos los que hacen algo malo pagan las consecuencias, casi que es mejor que nadie las pague. El subrayado ejemplifica lo dicho por el usuario de la red.
Lo que tenemos que hacer es exigir dos cosas: que más corruptos caigan y que las autoridades hagan su mejor esfuerzo por cuadricular a los mafiosos, incluidos los de cuello blanco. Se entiende que no es fácil, pero la dificultad nunca debe servir de excusa para no hacer el esfuerzo de perseguir a delincuentes de todo tipo y de todo pedigrí.
Y segundo, debemos entender que mientras las reglas sigan igual, pasará como con el narcotráfico, es decir, agarrarán a la gente pero los negocios solo cambiarán de manos y se alentará un círculo vicioso que provocará que los brazos de investigación no den para tanto mafioso, tal y como ocurre ahora. Por eso es que urge la reforma integral del Estado y así delimitar el actuar de los delincuentes.
Pero la gente que defiende lo indefendible no se da cuenta que esas autoridades señaladas resultan siendo como sus voceros, que encuentran en esa actitud social suficiente aliento para seguir haciendo lo que hacen puesto que al fin y al cabo, habrá gente en la sociedad que los excusa y defiende. Querer excusar lo que pasa es como Oscar Chinchilla, quien no encuentra cómo justificar que fue un títere de Canela que pactó con Jimmy Morales y lo que nadie le dice es que será el próximo Muadi que parará preso por andarse prestando a babosadas.
El camino del cambio nunca ha sido tan complejo y retador, pero lo es más cuando existe una sociedad que tiene una doble moral para juzgar los actos fuera de la ley. Guatemala no ha podido salir adelante porque somos incapaces de decidir si deseamos luchar contra la impunidad y la corrupción o mejor siempre no porque “no vaya siendo que nos caiga la chibolita”.