Javier Monterroso

Escribo esta columna después de leer la entrevista al Presidente Jimmy Morales que el diario Prensa Libre publicó en su edición del día martes 10 de enero, en ella el “mandatario” hace un recuento de los logros de su administración y califica su gestión con ocho puntos sobre diez.

El problema que encuentro no son los logros enumerados, pues algunos de ellos me parecen muy positivos, por ejemplo el haber mejorado el abastecimiento y equipo de los hospitales públicos, el que hayan 250 homicidios menos que el año anterior o que en varias escuelas se hayan impartido 180 días de clase con su refacción escolar, me parecen que efectivamente son avances sobre todo en relación al peor gobierno de la historia que ha sido sin duda el del Partido Patriota.

Sin embargo estos logros son atribuibles no al Presidente de la República sino a los ministros de Salud, Educación y Gobernación, a quienes por si usted no lo sabía el señor Jimmy Morales ni siquiera conocía antes de empezar su gobierno, es más no los nombró él sino que fueron recomendados por la Embajada de Estados Unidos y por los empresarios de la educación. Claro que podría decirse que su mérito consiste en haberlos nombrado y mantenido en el puesto, pero eso sería darle mérito a la inexperiencia, a la ignorancia y al miedo que fue precisamente lo que llevó al Presidente a nombrar a estas personas.

Jimmy Morales no es el líder que este país necesita, pero es el que la mayoría de votantes eligió, no cumple su papel de director de orquesta, cada ministerio toca la melodía y sinfonía que quiere o la que quienes los recomendaron para el puesto les ordenan, afortunadamente algunos de ellos lo están haciendo medianamente bien porque conocen de su área como en el caso del MSPAS, o porque han mantenido una tendencia como el Mingob y en ambos casos porque al frente se encuentran personas no corruptas, otro ministerio que empezó muy bien fue el de Ambiente y Recursos Naturales aunque en los últimos meses ha seguido la tendencia de los anteriores ministros y ha pasado desapercibido.

La única vez que el Presidente intervino decisivamente en una maniobra política fue en la elección de la Junta Directiva del Congreso para el año 2017, y en este caso fue para evitar que la UNE siguiera llevando adelante una agenda progresista en el Congreso por lo que más puede considerarse un retroceso.

En fin, el Presidente no puede adjudicarse los logros de los ministros, aunque sus dotes de actor puedan hacer creer lo contrario en las entrevistas, por cierto no debe ser mal actor, pues logró engañar al Comisionado de la CICIG Iván Velásquez y a doña Thelma Aldana a quienes les prometió apoyo en la propuesta de reforma constitucional, pero al momento de discutir la propuesta en el Congreso estaba convenientemente de viaje en Israel. En fin, Guatemala lleva un año sin Presidente y lo peor es que parece que está mejor sin él.

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