Empieza el 2017 y nos encontramos en la disyuntiva de hacia dónde queremos llevar al país, con qué métodos y, principalmente, si queremos seguir siendo lo mismo que como sociedad hemos sido o si, por fin, vamos a demostrar que ya no queremos seguir siendo el país de la eterna corrupción, la violencia y el dominio de los poderes paralelos.

Tenemos Casos ejemplares como TCQ que tras el determinante y claro caso de corrupción que se presentó en los tribunales, ahora se quiere pintar como “no tan malo”, como oportunidad para el desarrollo del país y por ello se tiene que continuar con el proyecto. El impulso que el mismo presidente Jimmy Morales le ha querido dar junto a la Procuradora General de la Nación y el Interventor, nos tiene que obligar a pensar mal cuando vivimos en un país en que las designaciones a dedo vienen acompañadas de maletas de plata.

Si el Caso de TCQ, que ante la necesidad del Estado puede llevarse a una licitación internacional o ser operado localmente, termina siendo forzado por los corruptos diputados a ser otorgado a APM, hagamos lo mismo con las carreteras de la brasileña Odebrecht. Simplemente, son casos iguales y solo falta liberar a los capturados para condecorarlos, si es que fuera cierto lo que plantean desde el Ejecutivo y el empresariado.

La economía se encuentra detenida y muchos quieren culpar a la justicia. La verdad, es que la economía se estanca porque actores económicos tienen temor de que sus decisiones los comprometan en casos futuros.

Y recordamos, igual que al terminar el año, el caso de Sammy y José Manuel Morales, hermano e hijo del Presidente, que siguen descaradamente libres. Muchos por menos han estado encerrados por meses mientras que estos dos personajes parece que encontraron dónde se guarda la chamarra de la impunidad.

En fin, que el país tiene que decidir para dónde quiere ir. Son muchos quienes hablan del cambio de la sociedad guatemalteca y de la forma en que se demostró la intolerancia a la corrupción en el 2015.

Pero tenemos que ser realistas y darnos cuenta que ese 2015 queda lejano. Que aquellos esfuerzos ya no parecen tener influencia entre los políticos que nos gobiernan y que diariamente se plantan con descaro a reírse de la falta de presión social.

Definir para dónde ir tiene que ser una prioridad porque será lo que nos impulse a buscar un cambio real y verdadero a partir de la justicia para llegar al desarrollo, o será lo que nos haga regresar a como estábamos con los Pérez-Baldetti o los Colom-Torres.

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