Edgar Villanueva
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El shock político generado por la victoria electoral del ahora Presidente electo, Donald Trump, continúa manteniendo incierto el futuro de los Estados Unidos. Ni los demócratas ni los propios republicanos se atreven a decir a ciencia cierta que esperar de la próxima administración estadounidense. Y a pesar de contar con algunas luces en temas donde el Presidente electo ya se ha manifestado, la única coincidencia entre los actores en Washington DC es, que tendremos que esperar para ver hacia dónde estarán encaminadas las acciones del Gobierno recién electo.

En el caso de Centroamérica se especula mucho con el endurecimiento de medidas que pudieran afectar a nuestras comunidades migrantes. Sin embargo, el nombramiento del General John Kelly, ex Comandante del Comando Sur, como Secretario de Seguridad Nacional (y por ende encargado de las agencias que ven temas migratorios) podría generar una interacción más amigable con los Gobiernos del Triángulo Norte. Recordemos que el General Kelly estuvo al mando de SOUTHCOM durante la crisis de menores migrantes no acompañados de 2014 y jugó un papel importante en que el Congreso estadounidense estuviera bien documentado sobre la situación de los países centroamericanos, lo cual se tradujo en un mejor balance de la cooperación norteamericana.

Con respecto a Guatemala, a pesar de la percepción que el cambio del partido político en la Casa Blanca vendrá a girar la política exterior estadounidense con respecto a nosotros de manera dramática, los temas de la agenda bilateral serán los mismos. Si bien podrían haber algunos cambios de estilo, la generación de oportunidades para reducir la migración, el enfoque en el fortalecimiento de las instituciones del sector justicia y el combate a la corrupción y al crimen organizado trasnacional seguirán ocupando nuestra relación con el amigo del norte.

Dentro de este contexto, no debemos de ignorar la importancia que tendrá el Congreso de Estados Unidos en el futuro de nuestra región. La sensación que genera el dominio Republicano de ambas Cámaras podría nublar la vista de quienes piensan que esto implicará el relajamiento de algunos temas. Pero una vista más detallada nos permitirá ver que la agenda de Centroamérica es una agenda bipartidista de las más sólidas que existe en el Legislativo norteamericano. Por lo tanto, los apoyos a iniciativas como CICIG y para la Estrategia de Relacionamiento  con Centroamérica tampoco cambiarán de manera radical.

Dicho todo lo anterior, creo que las mejores herramientas que tenemos para anticiparnos a los cambios que se pudieran generar con la administración Trump están en casa. Si continuamos combatiendo la corrupción que drena las arcas del Estado y con el fortalecimiento de las instituciones del sector justicia, seguridad y la SAT y si logramos avanzar con la generación de condiciones que permitan crear trabajos dignos para nuestra gente, tendremos las mejores tarjetas de presentación a la hora de sentarnos a la mesa con una nueva administración estadounidense.

Por esto, concentrémonos en la agenda nacional en lo que los Estados Unidos hace su transición a la administración republicana. Si nos dormimos contando en que la victoria republicana cambiará totalmente los enfoques del amigo del norte hacia nosotros, estaremos cometiendo un error de cálculo que nos puede costar caro. En las condiciones en las que está nuestro país, no podemos darnos el lujo de cargar con costos que nos pudimos haber evitado.

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