Francisco Cáceres Barrios

Todos los guatemaltecos debiéramos estar enterados de quién o quiénes están detrás del diputado ponente de la iniciativa 5053, la que por cierto ya cuenta con el dictamen favorable de la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales. Esto es peor que el trinquete en proceso de concesionar el Puerto Quetzal; mucho más perjudicial que el asalto en despoblado del partido Patriota para hacerse de los recursos del Estado y más dañino que seguir permitiendo que en el Palacio Legislativo, utilizando el nombre del pueblo, se siga legislando en contra de los intereses del mismo. No, no me cansaré de insistir que en ese lugar los diputados van a seguir gestando el mayor número de barbaridades, de las que no pasamos de quejarnos todos los días, hasta que no cambiemos la forma de elegirlos.

Digo que permitir la legalización del cultivo de marihuana es peor que todo lo anterior, porque está de por medio el futuro de nuestros descendientes, nietos, bisnietos y demás parentela, por quienes hemos luchado desde que tuvimos la suerte de que empezáramos a recibir a nuestros hijos. Los argumentos esgrimidos por los que desean pervertir todavía más a las futuras generaciones para seguirse llenando los bolsillos con dinero maldito, van desde que su práctica la siguen países más “avanzados” que el nuestro, pero jamás citan las informaciones de la desesperación de sus poblaciones por eliminar la autorización que fue provocada a través del engaño de asegurar que la marihuana no crea hábito; que no es la puerta de entrada para utilizar otras drogas todavía más dañinas; que provoca trastornos de coordinación, sedación, abatimiento y somnolencia; que aun en dosis bajas, desencadena trastornos de angustia y del tipo psicótico o que el humo de la marihuana contiene mayor proporción de alquitranes productores de cáncer y otras enfermedades respiratorias.

Siempre he sido del criterio que los males que hoy padecemos provienen de nuestra práctica del “dejar hacer y dejar pasar”, como que estos no están en las leyes sino en la gente que las ignora o las manipula. ¿Cuándo vamos a ponerle atención a lo importante? Hoy estamos frente a otro caso más en que se propician más males de los que ya tenemos, cuando acertadamente en febrero de 1928, el doctor Juan José Arévalo dijo en una conferencia pronunciada en la Casa del Pueblo, en Buenos Aires, Argentina: “Insistamos en decir que la humanidad trabaja movida hacia tres fines: depurar sus vicios, mantener sus conquistas, alcanzar mejoras futuras”. ¿Por qué entonces no tomar conciencia de ello y en vez de andar propiciando hacer lo contrario, no propugnamos por hacer solo aquello que esté colmado de valores y principios?

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