Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Ayer, por el Día del Periodista, el Presidente envió desde Israel un mensaje a los periodistas guatemaltecos en el que citó una frase de Joseph Pulitzer sobre el sentido y papel de la comunicación social. La frase, que está en un compendio que cita algunas de ese periodista de finales del siglo XIX, y se puede encontrar fácilmente en internet, dice literalmente “La prensa libre debe abogar siempre por el progreso y las reformas. Nunca tolerar la injusticia ni la corrupción. Luchar contra los demagogos de todos los signos. No pertenecer a ningún partido. Oponerse a los privilegios de clases y al pillaje público. Ofrecer su simpatía a los pobres y mantenerse siempre devota al bien público.”

Con sus bendiciones, Jimmy Morales envió por las redes sociales esa descripción, una de las tantas que Pulitzer hizo de la actividad de los periodistas y la misma refleja en buena medida lo que nosotros tratamos de hacer en La Hora como parte del ejercicio de una apasionante profesión que, eso sí, solo sirve para hacer amigos cuando uno deja de lado los principios y se pone de alfombra de algún sector. Porque ocurre que cuando la prensa no tolera la injusticia y la corrupción, especialmente en un país donde se ha extendido la práctica del enriquecimiento ilícito en perjuicio de los intereses de la ciudadanía y donde campea la impunidad, son muchos los que resienten a una prensa que critica y cuestiona esas prácticas e insiste en luchar para erradicarlas.

Hay, ciertamente, mucha prensa que no aboga ni por el progreso de todos ni por las reformas que lo hagan posible. Prensa que defiende la forma en que opera el sistema porque, también a ella, le conviene que subsista la corrupción que en el caso concreto de los medios, en Guatemala conocemos como fafa, término criollo que sirve para definir la coima o mordida que se da a los periodistas, sea para que publiquen algo o para que dejen de publicarlo, según los intereses del amo que paga.

Los demagogos de todos los signos, a los que alude Pulitzer, abundan en todo el espectro de la política y de la comunicación. La demagogia es la “degeneración de la democracia, consistente en que los políticos mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.” Y a menor desarrollo político más peso e influencia de los demagogos que se aprovechan de la buena fe de la gente para escalar o mantener sus posiciones de poder que les sirven solo a ellos. La denuncia contra ese tipo de actores debe ser permanente y es lo que aquí tratamos de hacer para evidenciarlos.

La no militancia político-partidista es sana para un ejercicio balanceado del periodismo, sobre todo cuando sirve para repudiar los privilegios de clase y el pillaje político o, más importante aún, un periodismo que no solo simpatiza con los pobres sino que exige que el Estado se comprometa con el bien público, es decir el bien común.

Si el Presidente lee con cuidado la frase, encontrará que en Guatemala sí hay periodistas cuyo credo casa con el de Pulitzer.

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