Javier Monterroso
Al parecer el presidente Jimmy Morales está tomando poco a poco las riendas del poder, después de casi diez meses de poco protagonismo político, algunas payasadas, muchas metidas de pata y el problema legal de su hijo en el caso del Registro de la Propiedad, en las últimas semanas se ha visto a un presidente más empoderado e incluso haciendo jugadas políticas arriesgadas.
Sin lugar a dudas la jugada maestra fue la Junta Directiva del Congreso, según los medios de comunicación el presidente desempeñó un papel clave en la negociación que llevó al partido FCN y sus aliados al poder del Legislativo, desplazando así a la UNE que deberá ahora conformarse con la oposición política y no al cogobierno que tuvo en el 2016.
Al parecer la llegada de Armando Melgar Padilla al Congreso fortaleció al FCN, y junto a Edgar Ovalle y Javier Hernández pusieron orden en la bancada y hábilmente rompieron la alianza UNE-TODOS-MR que era la columna vertebral de Mario Taracena, se rumora que además intentarán tomar las comisiones de trabajo más importantes del Congreso e incluso se menciona a Melgar Padilla como Presidente de la poderosa Comisión de Finanzas y al exmilitar Estuardo Galdámez en la Comisión de Derechos Humanos, a la que por cierto el próximo año le corresponde la elección del procurador de los Derechos Humanos.
El presidente está envalentonado y ahora tomó en sus manos la aprobación de la nueva concesión de la Terminal de Contenedores Quetzal (TCQ), a pesar de las críticas de diversos sectores a ese proyecto (incluyendo la línea editorial de este medio) y la bancada de la UNE. Incluso se habla de relevos en el gabinete a principios de año sustituyendo a los ministros propuestos por CICIG-MP-Embajada de EE. UU. por personas afines a su grupo más cercano y los militares de línea dura Melgar y Ovalle, aunque esto último estará por confirmarse en los próximos días.
Ningún poder político se adquiere sin desplazar a otros actores y además de la UNE el protagonismo político en el 2016 lo tuvieron el MP, la CICIG y la Embajada de EE. UU. quienes tenían la sartén por el mango, pero que poco a poco están perdiendo poder y han enfocado sus baterías en lograr la aprobación de la reforma constitucional, dejando temas pendientes como el caso de Fulanos y Menganos y el Registro de la Propiedad, lo cual dicho sea de paso es muy sospechoso.
El reposicionamiento político del Ejecutivo y sus aliados es visto con recelo en varios sectores, quienes identifican esto como un retorno a las prácticas previas al 2015, dicen incluso que en la base militar Mariscal Zavala, donde guardan prisión la mayoría de acusados de corrupción, se vive momentos de optimismo y que hacen planes maquiavélicos para regresar al poder, el presidente debe entender que el pueblo lo eligió para gobernar y es lógico que ejerza poder y gane protagonismo, pero que el combate a la corrupción es el punto principal de su mandato y si lo incumple será defenestrado.