Carlos Soto Pineda
El 27 de octubre asistí a la Graduación de la Trigésima Promoción de un Colegio Capitalino con un historial de 90 años. El acto transcurrió monótono y desde el inicio representativo del “estado policial-represivo” tan del gusto clasemediero guatemalteco, haciendo esperar a los invitados de pie, muchos de ellos con necesidades especiales, madres embarazadas, y personas mayores de 80 años, con personal de “seguridad” del hotel impidiendo la entrada al salón y requiriendo pases de invitación.
Creí que eso sería todo (cuán equivocado)… las invocaciones repetitivas a Dios rayando casi en compulsión, menos mal es un Estado Laico, llamando a cada graduando en orden alfabético por apellido… vamos por la “A” y somos “S”.
A cada estudiante se le hacía mención de sus aptitudes, reseñándolo en “English Proficiency”, “English Sufficiency”, “graduado con honores”, “graduado con excelencia”, etc.
Pienso: ¿Es educación, instrucción o domesticación? Algunas instituciones privadas en Guatemala “tasan” a sus graduandos por las aptitudes aparentes o estimaciones cuantitativas por calificaciones numerarias, convirtiendo el Proceso de Enseñanza-Aprendizaje en una especie de transacción bancaria; la instrucción como un depósito, estableciendo como regla la competitividad por notas, calificaciones, puntos y negando la realidad que el desenvolvimiento en la calle en esta era globalizada no se mide por puntos académicos, ni siguiendo con los atavismos de la memorización mecánica de las asignaturas.
Es imperativo que los estudiantes y los docentes establezcan un diálogo responsable, respetuoso y multidireccional para que ambos se “eduquen” estudiando y formándose. Una institución educativa que se ufane de tener 90 años de trascender, debe preparar a sus alumnos no solo teórica o curricularmente sino debe apreciar la diferenciación de cada estudiante, y NUNCA olvidar que el desarrollo y la conformación estructural de la personalidad del estudiante se producen a partir de la socialización del niño, el que en teoría desde el nacimiento trae todo el potencial para desarrollar su personalidad, pero con la condición sine qua non de integrarse a la sociedad.
La socialización se produce mediante la interrelación constante del entorno propio del estudiante y las condiciones de vida externas del mismo, lo que induce a la configuración de la personalidad, condicionada también por las experiencias individuales. Por lo tanto es importante tomar en cuenta el medio psicosocial de los estudiantes dada la situación de violencia y corrupción generalizada del país. (No es lo mismo que mi Padre llegue tarde por estar realizando una cirugía de emergencia, a que no me pueda acompañar porque es un exmagistrado en prisión preventiva).
Busquemos el desarrollo de capacidades y aptitudes que incorporen información fidedigna y comprobable a través del análisis de nuevos conocimientos y que no se mida por el número de capítulos leídos en una tarde o de simple almacenamiento de datos, para que el educando sea hábil y competente y así asuma con responsabilidad la búsqueda, el manejo, aprovechamiento y divulgación del conocimiento.
El estudiar debe ser un proceso creativo, recreativo, estimulante y divertido que apasione. Y no un simple acto consumista de ideas o recursos o de acumulación de “menciones honoríficas”.