Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Es de considerar que todas las enfermedades mentales, y aún las de tipo físico han sido interpretadas por corrientes diferentes del pensamiento a través de la historia. Y la psicosis, de forma frecuente, ha sido una de las enfermedades más temida y mal entendida por muchas personas.
El temor a la psicosis, así como su mal entendimiento conduce a descalificar a este tipo de enfermedades y a no propiciar factores de promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación de esta enfermedad. La psiquiatría aborda la atención de ésta, y creo que ella y los psiquiatras son vistos con temor.
La gente tiene concepciones que no ayudan a incorporar una visión global de la salud en donde la intervención psiquiátrica tenga cabida. Digo la gente, pero en ella también podemos incluir a muchos profesionales de la salud y a personas con cierto grado académico, a quienes les resulta incomprensible, que las enfermedades psiquiátricas existan.
El psiquiatra es para locos, dicen. Pero no hay conciencia de que el abordaje de la salud incluye a la vida misma. También, al placer que se manifieste por ser parte de ella. Así como, a la construcción de sueños en realidades, a la incorporación de lo humano y humanitario, dentro del individuo, la familia y la sociedad.
Es probable que en este tema de estigmatización de la locura, todos contribuyamos un poco. Ya que lo que nos queda incomprensible, a nuestros aún escasos conocimientos, con cierto grado de rapidez y poca compasión, lo denominamos locura.
La psiquiatría es una rama relativamente joven de la medicina. Y así como aún se desconocen factores de origen, evolución, tratamiento y pronóstico de muchas enfermedades. La psiquiatría de manera reciente, utilizando algunos de los avances científicos, se encuentra formulando una mejor comprensión de los desórdenes mentales.
Albert Einstein dijo: “Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás”. Considero que amerita respuestas. Y una de ella puede ser el hecho de que en variadas ocasiones, la sociedad necesita uniformar a las personas que la integran. Y quien sale de los estándares preestablecidos, puede llegar a pensarse como loco.