Marco Tulio Trejo Paiz
Pocos son los medios escritos de nuestro país que dan vida a la libertad de expresión; no son más de cinco.
Me inicié en el periodismo en LA HORA en 1957, cuando era director general el licenciado Clemente Marroquín Rojas.
Yo ya había hecho periodismo departamental, redacté noticias, información en los periódicos que circulaban mensualmente denominados Culma y Jutiapa, la cabecera del departamento oriental, y no faltaron las amenazas de autoridades y ciudadanos aludidos en alguna forma, pero el agua no llegó al río…
En la provincia cualquier alusión al gobernador, al alcalde, a concejales, oficiales y otras personas que se consideran intocables como la nariz de una soberana, puede provocar represalias, incluso el crimen mortal como se ha visto en varias décadas del siglo pasado.
Hospitales y cementerios demuestran las atrocidades. Durante la sangrienta acción guerrillera que en realidad fue una guerra civil, Guatemala sufrió serias consecuencias; mas, afortunadamente, en las postrimerías de la centuria anterior hubo pacto de paz, una paz que es relativa. Los participantes en esas acciones no creen en una paz efectiva, duradera, pues el país sigue viviendo una turbonada de violencia con saldos de muertos y heridos diariamente.
Bueno…, los politiquientos que abundan en el oficialismo y en el archidesprestigiado partidismo son ambiciosos y de ribete corruptos.
Ese Congreso es un feo ejemplo de los grandes problemas que bullen en todo el ambiente nacional e internacional, al grado que se ahuyentó el inversionismo que está ocasionando vacío abismal.
Por haber fundado el radioperiódico LA OPINION, renuncié al vespertino, pero volví después, siempre como columnista, cuando dirigía LA HORA Oscar Marroquín Milla, y él amablemente aceptó.
Debo declarar que siempre he sido respetuoso al verter críticas e hipercríticas con ética, objetivas y subjetivas con veracidad y justicia.
El actual director general del diario, Oscar Clemente Marroquín Godoy, también tuvo la gentileza de aceptar mis colaboraciones periodísticas.
Expresando mi sincera y honestamente desinteresada opinión sobre la encomiable obra realizada por el alcalde municipal de Guatemala, don Álvaro Arzú, (somos amigos), especialmente en nuestra bella urbe capitalina, y su culta esposa doña Patricia también ha trabajado junto a don Álvaro haciendo obra social, incluso educativa en el relleno sanitario, en el Hipódromo del Norte y en otras áreas citadinas.
Al director ejecutivo de LA HORA, periodista Pedro Pablo Marroquín Pérez, buen comentarista, le ruego disponer que no se omitan en el vespertino mis colaboraciones.
Temo que la que no fue publicada la han de haber confundido con propaganda, pero declaro enfática y categóricamente que dentro del profesionalismo lo que se escribe tiene valor intrínseco, no un precio cualquiera.
El pensamiento no se vende al mejor postor, porque se pecaría de inmoral. La propaganda ocupa otros espacios en los medios de comunicación.
AGRADEZCO SINCERAMENTE LA OPORTUNIDAD QUE ME CONCEDE «LA HORA» PARA EXTERNAR MI PENSAMIENTO RESPECTO A LO QUE ACONTECE AQUÍ, Y EN EL RESTO DEL MUNDO, ¿VERDAD MI ACUCIOSO AMIGO JUAN PUEBLO?







