Edith González
Ángeles somos, del cielo venimos, cabecera pedimos.
(De la tradición popular guatemalteca)
Muchos de los guatemaltecos inician un largo descanso, con un puente que permite a algunos viajar al interior del país a visitar a la familia viva y adornar la tumba de los seres queridos, teniendo tiempo para reposar y compartir en la tierra que les vio crecer.
Otros deberán trabajar el lunes y el martes dedicarlo a visitar a sus difuntos, además de ser una obligación personal, es una de las obligaciones de los cristianos, para recordar las almas de los que ya no están con nosotros.
Para algunos historiadores, esta tradición en América inició con la llegada de los conquistadores y la evangelización cristiana, sin embargo es de mencionar que las poblaciones prehispánicas mantenían muchas creencias sobre la muerte, como todas las culturas y desplegaban una gran espiritualidad en relación a sus difuntos.
A través de los años, aprendí de mis padres el recuerdo a los difuntos, ellos visitaban todos los años y muy de mañana a sus padres en el Cementerio General, llevando consigo coronas elaboradas con flores de papel y luego parafinadas.
Hoy existen ya muchos cementerios privados a donde los capitalinos acudirán, llevando consigo los recuerdos, lágrimas y flores de tela, papel, plástico o naturales. Podremos ver como algunas familias este día limpian y pintan sus nichos.
Lo mismo ocurrirá en el interior del país, en donde se mantiene más la tradición de compartir nuestro plato nacional de la temporada, el fiambre, junto al dulce de ayote y algún refresco, mientras la tarde cae y cada uno del grupo irá recordando alguna anécdota vivida con quien ya no está.
Otros participarán de las actividades como el vuelo del barrilete gigante en Sumpango y Santiago Sacatepéquez, la carrera de caballos en Todos Santos, el desfile de los fieros y los conciertos de marimba.
Nuevos visitantes se sumarán a los cementerios, no como parte de una atracción sino de una larga tragedia que se vive a diario en nuestro país en donde la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) reporta que “en más de una década de violencia contra el transporte colectivo de pasajeros se registran, en promedio, 12 muertes de pilotos al mes” y que del 2006 a octubre último se reportan cerca de dos mil 900 muertes de pilotos de buses, microbuses, taxis y mototaxis.
Lo que llevó a crear la Asociación de Viudas de Pilotos del Transporte Público, que cuenta con 300 socias activas y reporta que existen unos tres mil quinientos niños sin padre. Agregando que unos 180 pilotos han quedado discapacitados.
Hogares vulnerables, de hombres que un día salieron a buscar el pan diario con un trabajo honrado y terminaron muertos, dejando mujeres viudas criando niños huérfanos, con muchas necesidades, blanco fácil para las nuevas pandillas, además de cargar hambre, dolor y rencor.
En la visita a nuestros difuntos, pidamos también por el alma de todos los guatemaltecos víctimas de la violencia que a diario se apodera de las calles y porque logremos encontrar el camino para la tolerancia, el diálogo y la paz.