Marco Tulio Trejo Paiz
Son alarmantes y por demás preocupantes las denuncias que se hacen a los diferentes medios de comunicación y, también, a la gente que se encuentra en las alturas del régimen de gobierno que preside Jimmy Morales.
A ratos parece ser que el pueblo ha perdido la esperanza de que cesen las atrocidades que se suceden diariamente en toda la extensión del territorio de esta anarquizada patria nuestra que es vista con desconfianza en el exterior, especialmente por empresas que podrían venir a invertir sus dorados reales o, sencillamente, a visitarnos como turistas y, otros, a realizar estudios en centros arqueológicos.
En el país tenemos todo un cúmulo de serios problemas que están a larga distancia de ser resueltos por el gobierno.
No hay modo de atenuar, siquiera atenuar las pesadillas que no dejan dormir tranquilamente a la gente que habita hasta en los últimos rincones del suelo patrio.
Tenemos la fea impresión de que la población, ya casi desbordante, diseminada en los 108 millones de kilómetros cuadrados, está viendo la grave situación como algo muy natural que está ocurriendo cada día. Y así es, ¿no?, lamentablemente, la realidad de realidades.
Los funcionarios públicos, incluso de mediana categoría, no se sienten seguros de salir de sus casas para atender las obligaciones inherentes a sus respectivas posiciones y, por supuesto, a regresar sanos y salvos a sus hogares.
En el mejor de los casos, por lo regular no encuentran ni los vehículos en los que se transportan. Las autoridades han informado que cotidianamente los delincuentes se los han robado, a veces con la complicidad de quienes inspeccionan los estacionamientos que muerden a más no poder.
A la Fiscal General y Jefa del Ministerio Público, licenciada Thelma Aldana, la mantienen con el alma en un hilo, pues como que han contratado a un sicario catracho, según ha denunciado reiteradamente.
Juan Pueblo se siente defraudado por quienes en el jaleo electorero ofrecieron un saludable cambio del fallido Estado plagado de corruptos, de incapaces y de inseguridad. ¿Verdad, licenciada Thelma Aldana?