Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
No hay día de Dios, en esta maravillosa Ciudad del Futuro que nos ha legado el equipo que ha controlado la Municipalidad de Guatemala durante los últimos 30 años, sin interrupción, en el que no se produzcan asaltos violentos en las unidades de transporte público con saldos verdaderamente lamentables. Es penoso saber que trabajadores esforzados que salen de su casa para ir a ganarse la vida no tienen certeza de volver porque los maleantes andan sueltos, haciendo tropelías ante la indiferencia de las autoridades que ya escuchan de los asaltos como oír llover.
Creo que es urgente tomar medidas y sabiendo que tenemos una fuerza militar disponible sin mayores funciones, bien convendría disponer que en vez de tener a los soldados marchando todo el día o haciendo ejercicios, se les enviara de dos en dos a cuidar las unidades del transporte porque seguramente con ello se podría, al menos, reducir el número y la gravedad de los asaltos en los buses.
Se dirá que no es función del Ejército la seguridad ciudadana, pero de todos modos ya funciona en algún sentido, aunque cobrando extra por ese servicio, pero la verdad es que entonces nos tendrían que explicar, con seriedad, cuál es la función actual de la fuerza militar del país porque si se trata de cuidar las fronteras, ya sabemos que las mismas están al servicio del contrabando y si se trata de cuidar la integridad territorial, el mismo presidente se arrugó cuando su ministro de la Defensa dijo que movilizaría tropas a la frontera con Belice y asustado afirmó que eso era invento de la prensa.
¿Puede haber una función más importante que la de servir de disuasivo para los crímenes que diariamente enlutan a familias guatemaltecas? Yo creo que no y que es imperativo tomar medidas porque no podemos vivir en esta permanente zozobra ante una delincuencia que tiene de rodillas a la población. Entre extorsiones y asaltos en el transporte público, la ciudadanía vive en un estado de angustia permanente y eso no es justo. Por supuesto que no lo pueden entender funcionarios que se desplazan en blindados con abundantes carros coleros, en realidad con demasiados carros coleros, pero el ciudadano de a pie, el que trabaja para escopetearse diariamente los frijoles, tiene miedo y angustia.
El problema de nuestro transporte público es de un completo abandono porque el perverso pacto entre autoridades del gobierno central, del Municipio y los transportistas nos sale demasiado caro a los ciudadanos. Es otro de los fenómenos de la cooptación del Estado, pero a ese no se le pone coco y eso es alarmante.
La presencia de los soldados podría además servir para determinar la cantidad de buses que hay circulando porque hasta en eso nos roban. Reportan buses que no existen y cobran el subsidio correspondiente que lo paga el ciudadano que tributa su Impuesto al Valor Agregado hasta en una gaseosa que se compra. No es justo que siga esa indiferencia de las autoridades. Ya sabemos que no entienden nada de nada, pero poner un par de soldados por bus no requiere de mucha ciencia.







