Francisco Cáceres Barrios
Fracaceres@lahora.com.gt
Miles de guatemaltecos expresan, por los medios de comunicación, cada vez más fuertes reclamos por los servicios que nos presta el Renap. Ya fuera porque no tienen el papel o material adecuado para extender sus documentos, los que a todo el mundo le consta nos los exigen hasta para ir a misa, no digamos para hacer los más insignificantes trámites de la “burrocrática” administración pública. Pero el colmo es cuando sus funcionarios o empleados escuchan nuestros reclamos respondiendo abusivamente y con arrogancia -¿y qué quiere que haga?
Lamentablemente un gran número de servidores públicos creen estar haciéndole un favor a la ciudadanía fuera para obtener un certificado de nacimiento, para tramitar un pasaporte u obtener una licencia o permiso en las dependencias públicas. Pero ningún favor nos hacen, al contrario, ellos perciben una remuneración que proviene de los bolsillos de los ciudadanos al pagar sus impuestos o contribuciones, al igual sucede con la iniciativa privada al adquirir los artículos o servicios que se adquieren por su medio. Olvidan también que vivimos en una sociedad que se supone organizada para que cada quien aporte lo suyo en beneficio de ella y por supuesto del propio o ¿Caso el señor que llega a nuestro domicilio a recoger la basura no goza de los mismos derechos y merece el mismo respeto y consideración que le prodigamos al más encopetado ejecutivo del país?
El caso de los servidores públicos es un asunto que merece especial atención, pues todos sabemos que salvo casos excepcionales, los cargos o puestos son asignados por “cuello”, compadrazgos o a activistas politiqueros y no por sus conocimientos, experiencias e idoneidad. De esa cuenta, molesta más a los contribuyentes sufrir en carne propia el mal trato de alguien que cree que los ciudadanos que nos acercamos a requerir de sus servicios no somos más que una partida de molestosos que llegamos a interrumpir sus comentarios del partido de futbol de ayer o de ingerir su refacción matutina o vespertina.
Corregir todo lo anterior debiera formar parte de las responsabilidades de cada uno de los dirigentes políticos, de los funcionarios o ejecutivos a cargo de las dependencias, lo que únicamente se puede lograr a base de educación, formación y capacitación, la que triste y lamentablemente no se adquiere en la mayoría de aulas de los centros educativos. Es por ello, que los más veteranos nos preguntamos a cada rato ¿Qué pasó con aquel servidor público, puntual, atento y solícito para desempeñar bien su trabajo que se sentía tan orgulloso prestar un buen servicio a la comunidad? Vaya usted a saber. Ahora solo se piensa en poner más impuestos o cobrar más por los servicios.