Lic. Douglas Abadia C.
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Aproximadamente dos semanas atrás, fuimos de paseo con mi familia a varios lugares dentro de la ciudad capital, eso sí, mentalizados al mas no poder acerca de la odisea de movilizarse dentro de esta urbe desordenada y deslucida. Después de almorzar en familia en un centro comercial ubicado en el sur de la capital, nos recordamos que se nos había escapado comprar un insecticida para poder fumigar un espacio dentro de nuestra casa de habitación.
Debido al cansancio y después de andar casi toda la mañana y parte de la tarde paseando de sur a norte, decidimos pasar a la Maxi Despensa Familiar, ubicada en el km 12 en carretera al Atlántico, aprovechando pasar dejando a un pariente a su casa; nuestra lógica fue que iba a ser rápida nuestra compra, nos dirigimos a la góndola donde se encuentran los insecticidas, elegimos uno y cuando vimos, los insecticidas no tienen el tapón donde se presiona para rociar dicho insumo; la mayor sorpresa fue cuando pagamos en caja, el cajero abre su gaveta y allí tiene guardados todos los tapones de las diferentes marcas que ofertan; el punto es que dichos tapones no se encuentran clasificados; el cajero probó casi cuatro tapones presionando y aplicando al aire el insecticida. El precio que pagué por ese producto insecticida ya no valía igual, prácticamente el cajero consumió de dicho insumo casi un quinto del contenido total.
Para ajustes de penas hay varias cajas de cobro y de atención al público, pero para variar la mayoría del tiempo solo atiende una caja. El cajero en su ignorancia pretendió que le pagara el insecticida, por supuesto que no lo hice.
Lamentablemente nuestra Guatemala está cada día más insegura y con hambre, causas por las cuales las cadenas de supermercados implementan medidas de seguridad a veces tontas evidenciando improvisación en sus procesos; nada costaría codificar cada tapón de estos insecticidas y colocarlo a la segura sin necesidad de estar probando uno por uno.
Finalmente, estas cadenas de supermercados debido a su poder económico siguen operando a su antojo, es muy poco probable que prospere una denuncia en la Diaco, pues a la hora de rajar ocote, estas empresas argumentarán que generan empleo, y pagan impuestos, y con eso, pues nos callará la boca.
Mal con ellos, peor sin ellos. Un mal necesario.