Jorge Santos
Hace ya más de quince años, asistiendo a una actividad del Movimiento Estudiantil Universitario, vi por primera vez una fotografía de un niño sonriente, con una mirada que reflejaba felicidad. Luego me enteraría de la historia de este niño, quien a los 14 años fuera secuestrado por elementos del ejército. Este niño se llama Marco Antonio Molina Theissen y ayer 06 de septiembre cumplió 35 años de desaparecido.
Años más tarde, conocería a una mujer que con toda la dignidad y fuerza que le eran posibles, formaba parte de las más de 45,000 familias que buscaban a sus hijos, hijas, hermanos, hermanas. Esta mujer junto a sus hijas, buscaba a su hijo que le fuera arrebatado hace ya 35 años. Hoy estas incansables mujeres forman parte de la querella que busca que los responsables de la desaparición forzada de Marco Antonio y el secuestro, tortura y violencia sexual de Emma Molina Theissen sean condenados por cometer dichas atrocidades.
Son 5 militares los que están implicados en este caso, todos ellos formaron parte del alto mando del ejército o bien dirigían el destacamento militar de Quetzaltenango, lugar en donde se produjeron los hechos. Hoy nuevamente las hemos podido observar portando aquel rostro que hace más de quince años vi por primera vez, valientes, dignas, con una fortaleza extraordinaria, clamando y luchando desde diversas aristas con el único propósito de encontrar a Marco Antonio y hacer justicia frente a quienes le desaparecieron.
Hoy puedo decir que el rostro de Marco Antonio se refleja cotidianamente en su lucha, en cada audiencia, en cada actividad convocada para explicar, para hacer conciencia de este delito de la desaparición forzada, que afecta a miles de familias en el país y es que según los cálculos de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico dan cuenta, que durante los 36 de conflicto armado interno, vivido en el país, se desaparecieron aproximadamente 45,000 personas entre los cuales alrededor de 5,000 fueron niños y niñas.
Marco Antonio es el rostro de mirada feliz de la niñez, es la imagen viva de todo un proyecto de vida por delante, de las aventuras vividas y las que aún están pendientes de vivir, es la viva imagen de cualquier niño que vive en un seno familiar rodeado de amor, es la imagen de todos y todas aquellas niñas que fueran desaparecidas forzosamente de sus familias, de su entorno cercano.
Hoy nos unimos a estas dignas mujeres, que luchan incansablemente por hacer justicia para Emma y Marco Antonio, que luchan por encontrarle, que luchan por que en este país se haga justicia por los graves delitos y violaciones a derechos humanos cometidas durante el conflicto armado interno, con el único propósito que este tipo de hechos no le sucedan, nunca más, a ningún niño. Marco Antonio está y estará por siempre en la búsqueda de una sociedad donde la niñez sea el sujeto esencial de nuestra lucha por construir un presente y un futuro lleno de esperanza.