Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Disculpen si doy la apariencia de obstinado para proponer soluciones a los problemas del país pero, para conducir un gobierno exitosamente no hay nada mejor que analizar los pros y contras de las posibles opciones a tomar, las cuales jamás deben limitarse a dictar estados de emergencias, ya fueran estos de prevención, alarma, sitio, guerra o calamidad pública. Para explicarme mejor, tomo el ejemplo de lo que ocurre por una pinchadura en uno de los neumáticos de nuestro vehículo, pues con el debido orden, lo primero que hay que hacer es utilizar el que forzosamente debemos llevar de repuesto, para luego reparar el dañado en uno de tantos “pinchazos” o si fuera necesario sustituirlo por uno nuevo.

Enredar las cosas o hacerlas al revés no es la mejor solución. Tampoco hacerlas a la carrera, mucho menos sin contar con los mejores colaboradores que, en vez de dar ideas, solo dicen amén a las del gobernante. Pues lo mismo sucede cuando aprieta la necesidad de contrarrestar los efectos de la época lluviosa por la cual el país atraviesa y que bien sabemos que todos los años ocurren. Lo primero debió haber sido definir y delinear una política pública de prevención que resuelva en su orden, la organización eficaz de la Conred, para luego impedir la utilización de aquellos sitios peligrosos para vivienda humana; efectuar campañas de divulgación, prevención y de convencimiento para que la población evite seguir poniendo en peligro a su familia y su propia vida, buscando fuentes alternas de financiamiento para no afectar el ya de por sí exiguo presupuesto de gastos gubernamentales.

Ponerse a gastar sin licitación pública Q10 millones “para abastecerse de insumos”, entre otros, vehículos, maquinaria, equipo o materiales sin haber hecho nada para mejorar el funcionamiento de la actual dependencia que sigue sin garantizar efectivas labores de prevención y sin contar con el suficiente y capacitado personal para cumplir con los propósitos para la cual fue creada, es seguir haciendo más de lo mismo. Solo hacer las del bombero para apagar un incendio, pero sin ponerse a pensar qué y cómo hacer para que no sigan ocurriendo no es lo mejor y, si en verdad se quiere hacer un buen gobierno, habrá que hacer las cosas como Dios manda, por ello insisto en que es indispensable implementar todas las medidas que sean necesarias para evitar situaciones como las que desde hace tiempo vienen ocurriendo. La prisa y la improvisación ni son buenas ni evita el cúmulo de perjuicios a la población, peor aún, tomar medidas erróneas por la falta de experiencia, arrogancia o la terquedad de cumplir con aquella expresión popular que dice: “este macho es mi mula”.

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