Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

En menos de lo que se cuenta una moraleja pasó a la historia aquello de que ni corrupto ni ladrón, y nuestro gobernante perdió todo su capital político de un sopapo, no obstante que ese mismo capital fue el que le permitió durante estos ocho meses hacerse el papo del mandato que recibió en las urnas para dirigir el cambio del sistema, mismo que ha ido apuntalando con el apoyo del Congreso mediante parches que hacen pequeños cambios para que nada de verdad cambie.

Pero, otra vez, tengo que decir que así como el problema de Guatemala no era únicamente Pérez Molina con la ayuda de la Baldetti, tampoco puede pensarse que estemos tan jodidos por culpa de Jimmy Morales. El problema, verdaderamente grave, está en la existencia de un sistema de corrupción que parece tan incrustado en la conciencia nacional, y apuntalado por la impunidad, que no importa a tanta gente como para que surja una masa crítica capaz de luchar para derribar ese pervertido sistema político que es garantía de que los inversionistas sean grandotes como los de la Cooptación del Estado o pequeños como cualquier fulano o mengano, siempre que se puedan servir con la cuchara grande porque aquí todo funciona para compensar a los cuates que dieron pisto o apoyo en campaña, sea con plazas fantasma, contratos millonarios o hasta pichicaterías como una factura de 90 mil pesos para que un patojo pueda impresionar a los papas de su noviecita.

Si resultara un día que tanto el Presidente como el Vicepresidente resultan inhabilitados para el desempeño del cargo, ya estaremos viendo cómo surge una dupleta como la de Alejandro Maldonado y su oscuro vicepresidente para que el Congreso, en cumplimiento de sus facultades constitucionales, los nombre como los nuevos garantes del sistema con la comisión expresa de pasarse tres años sin hacer olas para garantizar la continuidad del modelo político que alienta de manera tan brutal el saqueo de los fondos públicos para beneficio de unos pocos en un país donde son muchos los que están a la espera de inversiones que les permitan alguna oportunidad para mejorar su condición de vida.

Y dentro de tres años estaremos nuevamente en contienda electoral y sin disposiciones que de verdad atajen el tema del financiamiento de las campañas, el que no pasa por los partidos políticos sino el que sirve para comprar casas como la de la Baldetti; nuevamente el electorado irá engañado, como el año pasado, creyendo que se puede encontrar a un político ni corrupto ni ladrón simplemente porque alguno así lo pone como lema de campaña sin que nadie, en absoluto, se preocupe por averiguar qué hay de cierto en eso. Si el candidato es vivo lo cooptarán fulanos y si es un pobre gato los menganos, pero de todos modos será cooptado.

Mientras los ciudadanos no entendamos la profunda dimensión del vicio en el sistema, iremos descubriendo, cada poco, escándalos de corrupción porque es una práctica que se ha convertido en parte del día a día en nuestra sociedad.

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