Douglas Abadía

En el mes de septiembre de cada año «celebramos» con alto fervor el amor patrio.

Las calles de toda la República se ven colapsadas por la famosa antorcha y los desfiles (por cierto ensayan todo el año).

Cientos de jovencitos andan empapados de sudor y lluvia sin saber ni entender por qué lo hacen.

En las redes sociales se observan post que rezan «orgullo de ser chapín», 195 años de independencia, entre otros romanticismos ficticios e hipócritas de una población miope y sobre todo ignorante en cuanto a la realidad de los «movimientos independentistas».

Hablamos de austeridad, que la vida está cara y que la situación a nivel general está cardiaca; sin embargo los padres de familia con tal de ver al nene o la nena en un acto cívico sin fundamentos y sobre todo de doble moral.

Somos un pueblo sin cabeza ni cola, desarticulado y sobre todo fanático del ocio, pues desde pequeños andamos buscando en el calendario los días de feriado.

Para crear una nación es necesario que todos sus habitantes compartamos un pasado en común; fenómeno que no ocurre en esta tierra del Quetzal.

Por otro lado, considero que somos un pueblo traicionero; desde la conquista española existieron traiciones entre kakchiqueles y quichés.

La traición se vuelve a repetir entre los 3 millones de votantes del proceso electoral 2015; votantes cobardes que no sostienen su elección.  Ahora resulta que nadie ha votado por el Gobierno actual; pareciera que el binomio actual ganó mágicamente.

La ciudadanía debe de analizar las lecciones aprendidas durante cada proceso electoral. Si consideramos que nos equivocamos hay que sostenerlo, no ser cobarde y echarle el muerto al otro.

Finalmente, si pregonamos a los 4 vientos que amamos a nuestra Guatemala debemos empezar por entender cómo se llevó a cabo el proceso de independencia en Centroamérica, en especial Guatemala.

Segundo, debemos tratar de ser ciudadanos honorables, activos y propositivos no solo vivamos en la queja y sobre todo no esperemos que papá gobierno nos resuelva la vida.

No tiremos basura en ríos y calles, paguemos nuestros impuestos y seamos responsables en todo plano.

La independencia de quien y acerca de que es el verdadero cuestionamiento.

¿Tenemos soberanía?, ¿quién manda en Guatemala?, de ¿quiénes dependemos política y económicamente?

Valoremos a nuestro país, amémoslo cada día, pues al igual que los seres vivos, algún día nuestro país morirá.

Ya veré al montón de chapines con las caras pintadas de azul y blanco, poniéndose a soca con el sabor de la cerveza de «orgullo nacional», y sobre todo cantando a todo pulmón en el concierto del mes patrio con deslucidos y oportunistas músicos de «renombre nacional».

La doble moral indica que amamos a Guatemala, el discurso es bonito, pero en la práctica es nefasto.

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