El Papa Francisco ha enviado un mensaje categórico al preguntar «¿Cuántas nuevas esclavitudes se forman en torno a una falsa libertad?», dejándonos claro que muchos de los discursos, políticas y excusas que se utilizan en la sociedad moderna, violentan el más mínimo sentido de humanidad.

Claro que es «visionario» y de especiales «talentos» como los que tenemos en Guatemala, el llegar a una propuesta de salario mínimo que es muy inferior a la canasta básica fundamental o, para decirlo como es, legalizar que la gente se muera de hambre.

O aquellos que dicen que en el mundo civilizado los salarios diferenciados han hecho que comunidades alejadas del área urbana se desarrollen económicamente. Lo que no dicen es que esas comunidades viven en sociedades que no tienen un salario mínimo, de hambre, como el guatemalteco que es el que intentan reducir más. Si le quitamos lo técnico a la propuesta y somos realistas es algo como decir: «Ustedes que ya se acostumbraron a ser pobres, pueden aguantar más hambre; importa más la utilidad de mi empresa que la necesidad de sus hijos».

Y no estamos pidiendo que las empresas se establezcan para atender a la ciudadanía con tantas y tan profundas necesidades. Lo que pretendemos es que el Estado cumpla con su papel de garantizar ese Bien Común para el que se organiza y del que no puede prestar ni los más mínimos servicios para, como empieza, garantizar la vida de sus ciudadanos.

¿O es que acaso no es esclavitud obligar a las familias a dividirse para que los migrantes puedan mandar algo de dinero para que puedan comer sus hijos? Lo más triste, es que los migrantes no son de las zonas 9, 10, 14 o carretera a El Salvador sino que son de aquellas comunidades que muchos en la ciudad capital aseguran están llenas de pobres por ser huevones o tontos.

Ayer se denunció que hay niños muertos por una solución salina infectada que tiene a otros tantos en alto riesgo. Sin embargo, la sociedad no le pone mucha atención porque son cuatro «pelados» de un hospital público. ¿Qué tal que fuera en alguno de los hospitales privados? Alboroto total.

Mientras no dejemos de un lado esas diferencias entre los individuos y aceptemos que buscar solo el beneficio de la plata con el altísimo costo de la miseria de los demás, estaremos siendo de esos condenados de los que habla el Papa Francisco.

No es de religión, es de humanidad. Sin importar qué fe practicamos, habría que evaluarnos en el templo, frente al espejo o solos con nuestra conciencia y pensar qué rol hemos jugado en nuestra sociedad.

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